El oficio: Actitudes, reforma y valorización




En este epígrafe se examinará la evolución del oficio del periodismo según el autor, además de su propia trayectoria. Kapuściński sostenía que uno de los principales cambios producidos con la llegada de la era digital ha sido la transformación del oficio periodístico y los cambios en actitudes y dirección mediática. La popularidad del trabajador de medios ha pasado a sustituir el rol del antiguo periodista, conocedor de la pluma y del territorio que cubría. El trabajador de medios en cambio ejerce múltiples roles dentro del negocio que manejan los administradores de los medios de comunicación. Según el autor la valoración de la información también ha evolucionado. Ahora en lugar de ir tras la verdad el media worker intenta competir por traer las noticias más solicitadas antes que sus contrincantes.

Es incuestionable que con la llegada de la nueva era tecnológica y la facilidad e inmediatez con que se transmite ahora la información, el oficio del periodismo ha evolucionado. Con la creación de nuevos y más avanzados medios, Kapuściński también sostenía que se había dado fin a los tiempos en que el periodismo era considerado una misión seria, prestigiosa -una "profesión reservada a los elegidos "- y no una carrera como cualquier otra. El periodista consideraba que éste constituía un cambio radical en la visión del oficio y la manera en que se ejecuta. Antes de la llegada del periodismo digital las escuelas que se dedicaban a adiestrar a los futuros profesionales del campo eran limitadas. Ahora, sin embargo, son cada vez más proliferadas las instituciones que se encargan de instruir a individuos que: “practican el periodismo sin estar identificados con esta profesión o sin haber decidido consagrarle plenamente sus vidas o lo mejor de sí mismos" .
El oficio del periodismo ha pasado a convertirse en un pasatiempo para muchas personas, incluso muchas que no han sido formadas o adiestradas en el campo. Tanto así que son cada vez menos las personas que entregan su cuerpo y alma a este oficio y que jamás pensarían en dedicarse a otra cosa. Las nuevas tecnologías no sólo han provocado un cambio considerable en la manera de ejercer el oficio, sino también en el valor de la información. A medida que se multiplican los medios, la información se convierte en un negocio, que en lugar de estar regido por una ética de autenticidad y veracidad, se somete a las leyes del mercado. Lo importante aparenta ser la creación de información que suscite el interés del público en masa y producir considerables ganancias para la industria.
En el pasado se consideraba a la prensa y otros medios por ser industrias éticamente conscientes y por mantener unas normas en cuanto a objetividad y veracidad, ahora "el precio de una información depende de la demanda, del interés que suscita ". Una vez los grandes capitales se vieron atraídos por los medios masivos, los antiguos periodistas, que dedicaban toda una vida a transmitir la verdad con su pluma, fueron sustituidos por hombres de negocios que administran las empresas de comunicaciones. Los antiguos y humildes despachos de prensa, emisoras de radio y canales de televisión que empleaban unos pocos pobres periodistas pasaron a convertirse en lujosos edificios bajo el mando de nuevos dueños capitalistas. "Los antiguos héroes del periodismo se han visto sustituidos por un impactante número de trabajadores de los medios, casi todos sumergidos en el anonimato ". Esta evolución es precisamente lo que Kapuściński consideraba otro cambio significativo de la nueva era tecnológica: la creación del media worker, o trabajador de medios.
A estas personas les encargan una encomienda principal: conseguir la noticia antes que su vecino. "El scoop o la muerte" . Sin importar la ocurrencia de otras noticias importantes que se estén llevando a cabo al mismo tiempo, el media worker, por lo general, va en busca de aquella información que atraiga la atención de la competencia mediática. La relación entre estos cazadores de noticias y sus jefes también es otro factor que con la introducción de las nuevas tecnologías se ha permutado. La inmediatez y rapidez para comunicarse con sus subalternos provoca que la voluntad e iniciativa propia de que disponen estas personas estén condicionadas. "La libertad del periodista está limitada por los intereses de la cabecera para la que trabaja" . El media worker se limita a seguir las órdenes de su supervisor, quien desde su oficina dispone de informaciones que provienen de diferentes fuentes y pide que éste las verifique desde el lugar de los hechos. Existe poco tiempo y autonomía para que el reportero vaya en busca de la verdad detrás de los hechos superficiales. En muchas ocasiones el media worker debe viajar a varios países durante un corto periodo de tiempo y cubrir numerosos conflictos sin necesariamente haber contado con el tiempo necesario para informarse acerca del lugar de los hechos.


Vivimos en un mundo paradójico. Por un lado, nos dicen que el desarrollo de los medios de comunicación unió entre sí a todas las regiones del planeta para formar una “aldea global” ; y por otra parte la temática internacional ocupa cada vez menos espacio en los medios, oculta por la información local, por los titulares sensacionalistas, por los chismes, el people y toda la información-mercancía .

Afortunadamente, Kapuściński sostenía que esta no es la realidad que circunda a todos los medios de comunicación. Creía que existían además de los medios-chatarra, otros diarios, emisoras de radio y televisión de calidad que se dedican a difundir noticias manteniendo una honesta ética de trabajo y de la profesión. No se debe negar que al lado de los mediocres media workers, aún existen periodistas de gran envergadura, sacrificados y dedicados a su trabajo. Sin embargo no cabe duda que cada día escasean más los medios que profundizan en el periodismo de investigación y difunden historias de carácter reflexivo.

Reciente controversia afecta vida y obra de Ryszard Kapuściński (2010)



La muerte del periodista no ha hecho más que acentuar el mito y la leyenda que lo rodeó. "Kapuściński se había convertido ya en vida en un mito, una figura intocable, un maestro cuyas enseñanzas corrían el riesgo de ser malinterpretadas como plagiadas por ejércitos de epígonos, discípulos e imitadores" .

En marzo de 2010 su nombre volvió a aparecer en los medios y produjo un fuerte eco en la prensa europea e internacional. La razón fue un gran debate que rodea la reciente publicación de la biografía del fenecido periodista, escrita por uno de sus alumnos, Artur Domoslawski, quien conoció a Kapuściński durante sus últimos nueve años de vida y compartió una relación amistosa con él. El asunto se ha tornado polémico ya que la biografía titulada Kapuściński Non-Fiction. El hombre, el reportero y su tiempo publicada por la Editorial Swiat Ksiazki, incluye una serie de acusaciones que Domoslawski hace en contra del autor de Ébano. Entre otras cosas lo inculpa de haber colaborado como espía para los servicios secretos comunistas de Polonia, haber exagerado la realidad de sus historias y mantenido aventuras eróticas con varias mujeres mientras trabajaba en el extranjero.

Domoslawski, quien es corresponsal de la Gazeta Wyborcza , el periódico más leído en Polonia y el mismo diario donde Kapuściński colaboró y publicó sus principales crónicas, se dedicó durante los últimos dos años y medio a recorrer los pasos del fenecido periodista en los países donde laboró como corresponsal, entrevistando a decenas de personas que estuvieron en contacto con él durante estos recorridos. Fue precisamente durante estos viajes a Uganda, Angola, Etiopía, México y Bolivia, entre otros países, que Domoslawski encontró polémicas incongruencias en la vida y obra de Kapuściński. Su libro pretende, entre otras cosas, desmitificar la figura heroica de quien según él, para lograr ser escuchado en el mundo, creó una leyenda de sí mismo.

Domoslawski entiende que en varias ocasiones el autor de El Emperador, quien se auto-proclamó ¨testigo del siglo XX¨, exageraba la realidad en sus crónicas para provocar curiosidad y hacer que sus lectores le prestaran mayor atención. Lo acusa de desorbitar situaciones y por tanto, prefiere ubicar algunas de sus obras como El emperador en la sección de ¨literatura¨ de su biblioteca, en lugar de la de ¨periodismo¨. En una entrevista con la periodista Beatriz Burgos de la revista chilena El sábado, el biógrafo ahonda sobre las incongruencias que aparece en una de las obras kapuścińskianas más reconocidas.

El más famoso libro de Kapuściński, El Emperador, sobre Haile Selassie, el emperador de Etiopía, no lo podemos considerar un ejemplo de periodismo clásico. Los cortesanos de Selassie no hablaban en el lenguaje barroco antiguo con frases muy pensadas que ¨Kapu¨ presenta. Hay que verlo como un texto de similar impacto en la literatura universal al de El Príncipe, de Maquiavelo, que fue un libro de un pensador para un príncipe sobre cómo manejar el poder en el siglo XVI. El libro de Kapuściński es una descripción crítica, irónica sobre los mecanismos del poder. Entonces desprestigiar El Emperador como una invención es una tontería. Para un manual de periodismo no sirve, pero como un libro para entender cómo funciona el poder, sí .

Otro de los criticables que encontró en esta obra es la falta de certeza en cuanto a los informadores de «Kapu», que eran los ex dignatarios de la corte imperial del Emperador y a quienes presuntamente entrevistó durante varios meses. Domoslawski asegura que no existe evidencia concreta sobre la identidad de estas personas, quiénes fueron, cuántos fueron, ni siquiera si verdaderamente existieron.

En aquella época existía la tendencia en el periodismo polaco a cambiar ciertos detalles o incluso a crear un personaje ficticio compuesto de varias personas reales para no comprometer a las fuentes o para expresar ¨una verdad más alta¨ .

Como biógrafo de «Kapu» el autor se propuso reconstruir la vida de una figura que para muchos se ha considerado un mito del periodismo. Quiso mostrar cómo Kapuściński no siempre respetó las divisiones de género entre periodismo y literatura ni tampoco llevó una vida de héroe, como sostienen muchas personas. En la obra se narran las circunstancias en las que el periodista afrontó la guerra y ocupación nazi junto a su familia desde una muy temprana edad desarrollando en él una fuerte ligazón con personas y naciones que han padecido similares desventajas socio-políticas. Domoslawski recuerda cuando en una de sus conversaciones con «Kapu» hablaron sobre la masacre de Tlatelolco en la Ciudad de México y el periodista le mencionó que había sido testigo presencial de la misma. Sin embargo, años después, mientras preparaba la investigación para su biografía, el autor descubrió que Kapuściński había llegado a México un mes después del evento.

Yo creo que en estos casos sucede un fenómeno de identificación sicológica. Es muy fácil, como ser humano, identificarse con el ambiente de un país en un momento de tensión o de tragedia. Después de un tiempo uno puede creer en la fabulación de uno mismo .

No hay duda alguna de que Kapuściński se identificaba completamente con los infortunados. Sentía un lazo emocional con los otros. En numerosas ocasiones expresó que el tema de su vida eran los pobres y que su misión como periodista era dar voz a estas personas que no la tenían. Sin embargo, las acusaciones de Domoslawski provocan un sentimiento de duda en torno a la relación que mantenía el periodista con sus informantes y el valor de su obra en general. En otra nota el autor acusa a Kapuściński de haber fabulado otros asuntos como por ejemplo el haber conocido a Ché Guevara. Los lectores de la obra kapuścińskiana saben que el periodista solía asociarse de primera mano con las personas sobre las que escribía. Llegó a conocer personalmente a grandes líderes como Idi Amín, Salvador Allende, o Patrice Lumumba, entre otros. Sin embargo, su relación con el Ché es un asunto que se ve cuestionado. Según Domoslawski, no se ha encontrado ninguna evidencia que estipule que «Kapu» haya conocido al Ché, aunque él tenía "una manera de no desmentir ese mito ". Una de las editoriales que interpretó su obra publicó en portada que Kapuściński había estado junto al Ché. Según Domoslawski éste nunca lo negó. Lo cierto es que el autor de Ébano recorrió el camino del Ché meses después de su muerte y tradujo su diario al polaco. Otra de las grandes acusaciones que aparecen en las páginas de Kapuściński Non-Fiction contra el periodista es su supuesto rol como espía para la policía secreta soviética y su participación dentro del Partido Comunista del país. "Era un true believer del sistema, un joven militante estalinista, poeta del estilo socialista-realista y reportero propagandista. La mayor parte de su vida Kapuściński fue miembro del Partido: era un periodista oficial" .

En las páginas de la biografía el autor explica la complicidad de Kapuściński dentro de la red del partido comunista y revela que él en varias ocasiones fue testigo de las colaboraciones que enviaba desde América Latina a la Inteligencia Polaca. Sin embargo, Domoslawski expresa que aunque el periodista colaboraba con la Inteligencia que era un organismo que existía fuera de Polonia, "no hizo daño a nadie, no denunció a nadie, ni lastimó a ninguna persona" . Dijo además que sus colaboraciones no eran significativas, sino más bien se trataban de análisis políticos de las situaciones en los países del Tercer Mundo donde trabajaba.
Cuando Alicja Kapuściński, la viuda del periodista, fue interrogada sobre el rol específico de su esposo en la policía secreta polaca, ella aseguró que Kapuściński no había sido espía, sin embargo, para poder viajar fuera del territorio soviético en aquella época era obligatorio firmar un acuerdo colaborativo con esta organización secreta. Sostiene que fue el precio que tuvo que pagar su marido para recorrer todos esos destinos y narrar sobre la vida al otro lado del mundo. De no haber firmado ese documento de cooperación con el régimen, el legado de Kapuściński posiblemente no habría existido.

A raíz de esta controversia, Alicja se ha visto implicada en una trifulca legal en contra del autor de Kapuściński Non-Fiction cuando solicitó al tribunal civil de Varsovia que se detuviera la difusión del libro de Domoslawski. Según ella, la biografía denigra e infama la imagen de quien muchos consideran el mejor cronista del siglo XX. La corte denegó esta petición y Alicja, quien inicialmente le había permitido al biógrafo a acceder a los apuntes y archivos más íntimos de su esposo, ha apelado a la corte suprema. El biógrafo se mostró sorprendido ante la reacción de la esposa del autor de El Emperador y cree que pudo deberse específicamente a los pasajes de su libro que hacen mención a su posible colaboración con la Inteligencia polaca. Domoslawski señaló a la prensa que basó esta acusación en documentos que consiguió del Instituto Polaco para la Memoria Nacional, una entidad que se ocupa de almacenar archivos sobre los delitos cometidos en el país durante las invasiones nazis y soviética.

Lo curioso de esta polémica es que ambos periodistas comparten grandes similitudes. Primero habían trabajado como corresponsales en América Latina y sentían gran amor por el continente, y segundo, compartían una visión del mundo tomada desde la perspectiva de los habitantes en países en vías de desarrollo. Además, según el biógrafo, eran "amigos", algo que resulta extraño y difícil de comprender dado el tono entre calumnioso y difamatorio que se evidencia en su libro. Los ataques de Domoslawski en contra de Kapuściński son severos. Lo acusa, entre otras cosas, de poseer una sonrisa de doble filo que le "permitía acceder a alguna información" .
La publicación del primer libro de Domoslawski que cuenta con más de 500 páginas, figura como la cuarta biografía escrita sobre Ryszard Kapuściński, sin embargo, la única que ha generado semejante ola de controversia en torno a la reputación del cronista. Por mantener una relación estrecha como discípulo del periodista, el autor de la obra se halla entre una de las pocas personas que obtuvieron acceso directo a las notas personales y a la biblioteca de Kapuściński. Consideraba al cronista como su mentor y maestro y por esta razón decidió, después de su muerte, emprender la tarea de redactar su biografía, aunque nunca antes había discutido la idea con Kapuściński. Según él, en el momento de escribir, se topó con un dilema moral y se preguntó las siguientes interrogantes: ¿Voy a revelar todo lo que descubra como reportero de investigación o escribiré las cosas favorables a Kapu, escondiendo las desfavorables?

La publicación de Kapuściński Non-Fiction no sólo revela muchos supuestos tabúes sobre la vida del fenecido periodista, sino también pone en juego su credibilidad y ética periodística. No hay duda de que el periodismo de ¨Kapu¨ fusiona elementos literarios que pertenecen a otros géneros como lo son el realismo mágico o la poesía, sin embargo, es conveniente evaluar si estas acusaciones están basadas en verdaderas razones de peso. No es la primera vez que surgen críticas fuertes hacia el "cronista de los conflictos que nadie describía" y posiblemente tampoco será la última. Lo que no cabe duda es que para muchos «Kapu» figura entre los mejores periodistas del mundo moderno, su metodología de observación participante y su trayectoria profesional lo han convertido en pionero del periodismo in situ. Kapuściński fue capaz de convertir la humilde labor del reporterismo en un verdadero arte. Experimentó con un nuevo tipo de periodismo que no se limitaba a meros datos y fechas, sino a fusionar elementos de la literatura para enriquecer historias ya de por sí significativas en la desarrollo de la historia del siglo XX.

Biografía del autor




Niñez y primeros encuentros con el periodismo (1932-1958)
Empecé a deambular por el mundo a los
siete años, y aún sigo, hasta hoy -R.K.

En 1932, fruto del matrimonio de Józef Kapuściński y María Bobka, nace en el hospital de la ciudad de Pińsk, antiguo territorio polaco, el pequeño Ryszard. Su padre, oriundo de la ciudad de Kielce, era maestro de educación elemental, aunque después de la invasión soviética y nazi en Polonia, comenzó a interesarse por la política. La pareja se conoció en 1910 en la localidad de Bochnia, cerca de Cracovia y más tarde, por razones de trabajo, se trasladaron a Pińsk. En esa ciudad, que hasta 1991 perteneció a la antigua Unión de la República Socialista Soviética y en la actualidad forma parte de la República de Bielorrusia, la mayoría de la población la constituían hebreos, rusos ortodoxos, polacos católicos y otros grupos minoritarios de Europa del Este. Por ser refugiados de la guerra, durante los próximos siete años, la familia Kapuściński cambiaría de domicilio en más de cinco ocasiones. En 1933, nació Bárbara, la segunda y última hija del matrimonio.
Por razones de guerra, en 1939 Józef es alistado al ejército como sub-teniente de la reserva y su esposa y dos hijos terminaron hospedándose con familiares en la ciudad de Pawlów. Unos meses más tarde tendría lugar la invasión nazi y lo que luego se convertirían en recuerdos de guerra, bombas, explosiones, hambre y miserables inviernos marcaron la niñez de Ryszard.

Todas estas alusiones, sin duda, dejarían huella en su carrera como periodista y corresponsal en el tercer mundo años más tarde. Lo importante de esta época en la vida de Rysiek es "saber que surgió como resultado de la intensa labor de la memoria y la imaginación, en una época en la que el escritor no sólo reflexionaba sobre su propio pasado, sino también sobre los mecanismos que lo recrean y las dificultades que esto entraña" . Parece ser que esas memorias que conserva de su infancia forman parte de un inmenso abismo que lo acompañará durante toda su vida y se verá reflejada en gran mayoría de su obra. A partir de su inicial encuentro con la guerra, ya Rysiek comenzará a desarraigarse del país que lo vio nacer.

En La jungla polaca Kapuściński recuerda cuando con siete años escuchó el primer estallido:

[…] Echo a correr hacia el bosque, hacia ese extraño lugar donde caen y explotan las bombas, pero un brazo me agarra por el hombro y me tira al suelo. «Sigue tumbado- oigo la voz temblorosa de mamá- , no te muevas.» Y recuerdo cómo, al apretarme contra su pecho, me dice algo cuyo sentido se me escapa y por el que me propongo preguntar más tarde: «Ahí está la muerte, hijo» .

A partir de la invasión nazi la huída se convierte en un estilo de vida para la familia, en una necesidad. Por otra parte, el ruso pasa a transformarse en la lengua oficial que se enseña en las aulas. Muchos soldados son capturados por los soviéticos y para escapar de los nazis, el padre de Ryszard decide huir al pueblo de Smolesnsk y desde allí pasa a visitar a su familia en Pińsk. Por ser considerado un oficial enemigo del régimen se expone a ser deportado a Siberia, por lo tanto su esposa María decide vender lo poco que le queda, alquilar un auto y escapar junto a su marido y sus dos hijos a la casa de unos familiares en Przemyśl, y más tarde a Varsovia. En el camino cruzan la frontera alemana-soviética y se topan con numerosos prófugos, en su mayoría judíos, que como ellos intentaban escapar de las garras del ejército. Esta ocasión marcaría el primer encuentro de Ryszard con una ciudad grande.

En 1940 Józef comenzó a enseñar en una escuela de un pequeño pueblo a las afueras de la capital. La familia se terminó refugiando en los predios de dicha escuela que carecía de luz y agua. Los cuatro se alimentaban de una sola papa, que el padre recogía de las ofrendas que le hacían sus estudiantes.

El hambre nos había acompañado desde Pińsk: yo no paraba de buscar una oportunidad de zamparme algo, un mendrugo, una zanahoria, cualquier cosa. Un día, al no ver salida, padre dijo en clase: «Niños, los que quieran acudir mañana a clase se deberán traer una patata.» Padre, que no sabía comerciar, incapaz de desenvolverse en el contrabando y sin recibir un salario, consideró que no le quedaba otra salida que pedir a sus alumnos unas cuantas patatas. Al día siguiente, la mitad de la clase no apareció en la escuela. De entre los que acudieron, unos niños trajeron media patata, otros un cuarto. Una patata era un tesoro

Un año más tarde el pequeño Rysziek ingresó en una escuela en el pueblo de Izabelin, donde tenía que caminar ocho kilómetros para llegar a clase. A esta edad se había convertido en un experto obteniendo comida, así desarrollando su instinto de supervivencia que le acompañará por el resto de sus días y experiencias de vida que le ayudaron a entender el sufrimiento de otros ante la guerra. Al mismo tiempo aumentaban los arrestos y las deportaciones por parte de los nazis, haciendo que los Kapuściński tuvieran que trasladarse una vez más a Varsovia, mientras que Józef se refugiaba en los bosques con otros partidarios anti-nazis y anti-soviéticos.
Ryszard, su madre y hermana, habitaban en una casa al lado de la familia Skupiewski que se dedicaba a producir y vender pastillas de jabón.

El pequeño necesitaba recolectar dinero para comprarse un par de zapatos nuevos, ya que el invierno se aproximaba cada vez más y los que tenía apenas le servían, además se los había construido su padre en fieltro. Por esta razón comienza a vender pastillas de jabón. Ese anhelo por poseer un par de zapatos lo albergará durante toda la guerra y más tarde se verá reflejado en su obra. «Sueño con unas botas fuertes, macizas, claveteadas; de ésas que al golpear sobre el empedrado producen un sonido claro e inconfundible. (…) Era capaz de pasar horas con la vista clavada en los buenos zapatos, me gustaba el brillo de la piel, me gustaba escuchar su crujido. (…) El zapato endeble y roto era una señal de humillación, estigma de un ser humano al que habían arrebatado toda su dignidad, condenándolo a una existencia infrahumana» . Según los autores de su biografía literaria: "Sólo teniendo presente este anhelo resulta comprensible la epopeya para comprar calzado, expresiva lapidaria y cruel como un cuento de Andersen" .

En 1944 Ryszard se hace monaguillo en una iglesia que quedaba en los predios de un hospital donde llevaban los heridos de guerra y los muertos que enterraban en una fosa común. Estos son sus recuerdos de guerra entre olores a pólvora, tiendas de campaña, cuerpos moribundos y exuberante tristeza que le acompañarán durante toda la vida. Aunque nunca se consideró muy religioso, para combatir el dolor del escenario al que se enfrentaba, Ryszard se pasaba horas enteras junto al cura que rezaba oraciones por el cese de la guerra.

Durante mucho tiempo pensé que aquel era el único mundo, que no había otro, que la vida era así. Es comprensible: los de la guerra fueron mis años de infancia y primera adolescencia, cuando uno empieza a discurrir y a tomar conciencia de las cosas

En el verano de 1945 se anuncian las capitulaciones de la Alemania nazi. La guerra había terminado, sin embargo, sus efectos no dejaban de sentirse. El terreno había quedado destrozado entre ruinas y escombros y abundaba la pobreza. Aún permanecían no sólo las consecuencias físicas de la guerra, sino también los psicológicos en las mentes y actitudes de las personas. Además, la ciudad de Pińsk había pasado a formar parte de otro territorio, otra nación, lo que significaba que la familia Kapuściński ya no podía regresar a su hogar. «Llegar a saber qué significa desprenderse de los sueños y resignarse a una pseudoexistencia llena de degradación, resulta en el caso de Kapuściński una herencia de la educación que da la guerra tan importante y duradera como la experiencia del terror, de la muerte y de la crueldad» .

Al tiempo la familia se instaló en una casa mono-familiar en el barrio de Mokotów en la capital polaca. Ryszard se comienza a interesar por los deportes y se convierte en el portero del equipo de su escuela. El fútbol se convirtió en su delirio, su vocación más apasionada. También se dedicó boxeo, un pasatiempo que comenzó en el club Warszawa y lo llevó a convertirse en subcampeón junio de Varsovia en el peso gallo. Un día en el colegio dejó a un lado la pelota para sentarse a escribir unos poemas, que más tarde enviaría a diversas revistas literarias y serían publicados. Su interés por la pluma también pudo haberse agravado a raíz de una visita al salón de clases de Ksawery Pruszyński, un reconocido periodista oriundo de la ciudad de Volinia.

No recuerdo los detalles del encuentro, mas puedo decir que me marcó el calor que emanaba de su persona. La impresión fue muy buena, fue afectuosa. Era alguien que escuchaba las voces de los otros, una cualidad que considero indispensable en un periodista, la empatía .

Tres años más tarde el joven Ryszard se comienza a interesar, como su padre, por la política. Recuerda cómo a raíz de la destrucción que había creado el antiguo régimen, el ideal socialista comenzó a tomar auge entre las masas jóvenes. En 1948 Kapuściński se inscribe en la Unión de la Juventud Polaca (UJP), una asociación de pensamiento izquierdista fundada ese mismo año con el ideal del recién establecido Partido Obrero Unificado Polaco (PZPR por sus siglas en polaco), que gobernó hasta 1990 y fue formado por la unión entre el Partido Socialista Polaco y el Partido Obrero Polaco. Gracias al apoyo que recibió el partido en 1949 se aprueba el modelo socialista en el Congreso del Sindicato de Eruditos Polacos y poco después aparecen publicadas dos poesías de Kapuściński en un par de revistas. Se considera que fue durante esta época que probablemente surgió en él la idea de dedicarse de lleno al oficio del periodismo...

La influencia de la escuela polaca de reportaje en la obra de Kapuscinski



A mediados de la década del 70 dos figuras de la revolución política latinoamericana cobran vida en la obra kapuścińskiana y marcan de cierto modo una nueva tendencia en la escritura del autor. Se trata de Ernesto Che Guevara y Salvador Allende,
Con Guevara y Allende el periodista recoge sus experiencias durante su estancia en Bolivia y el golpe de estado de Pinochet, que cubre desde la distancia. Su intención es reflejar el verdadero espíritu revolucionario que comenzaba a cobrar mayor auge en el continente por medio de las biografías de dos hombres que la encarnaron y posteriormente se convirtieron en mitos o mártires de dichas ideologías. Allende, por una parte representaba una alternativa más pacífica de la revolución, mientras que Guevara encarnó la ideología de lucha armada. Influenciado por el modelo historiográfico francés de Les Annales y la escuela polaca de reportaje periodístico, Kapuściński "trata de llegar a la esencia universal y moral de una actitud que constituye un desafío lanzado contra la realidad que se han encontrado esas personas--- un desafío sin esperanza en la victoria--- y explicarlo de inmediato mediante el contexto socio-cultural" . El tema central pasa de ser la revolución latinoamericana al heroísmo trágico y la muerte: preguntas universales de la filosofía humana. Se observa un cambio de ideología en el autor, quien en un principio había sentido gran afinidad por apoyar dicha revolución y ahora su fe en esta utopía como método para salvar las naciones en vías de desarrollo iba disminuyendo. Comprende que el Otro ya no es semejante a uno, sino un ser completamente diferente con notables desemejanzas culturales. A partir de este momento se encomienda una tarea: el de traductor de culturas. El ensayo de Guevara y Allende

(…) pone en un primer plano al ser humano como protagonista del reportaje y en consecuencia cambiar la manera en que el mismo autor está presente en el texto. Pasa de ser el experto, el defensor de una razón concreta, a ser un testigo, a veces el testigo del mayor de los sacrificios, y en él recae el honor y la responsabilidad de que el mensaje de ese sacrificio no caiga en saco roto .
Dicha técnica, utilizada por muchos de los exponentes de la escuela polaca de reportaje periodístico y la literatura documental de la Segunda Guerra Mundial convierte no sólo al autor en protagonista y narrador omnisciente que se encuentra en el mismo eje del conflicto, sino también el lector se transforma en testigo de la trama. La narración desde el punto de vista del testigo-autor sirve como expresión de temas universales del reportaje. Otro de los exponentes de esta corriente fue el escritor Gustaw Herling-Grudzinski, quien en 1947 otorgó otro nombre al reportaje: testimonio de presencia. Unas décadas más tarde, el estudioso
Marek Miller, también aportó a la noción refiriéndose al género no como reportaje, sino testimonio auténtico. Se volvió requisito imprescindible la participación activa en las vivencias narradas.

El relato del testigo no obliga al autor a llevar a cabo interpretaciones de gran amplitud que exigen un distanciamiento externo, porque su fuerza reside en la autenticidad de la vivencia, en el hecho de sentir en carne propia la suerte de aquéllos sobre los que se está hablando, lo cual garantiza la fiabilidad y además otorga derecho moral a revelar las experiencias, a veces extremas, de otros .
La periodista Hanna Krall también fue otro de los exponentes cuya escritura se vio influenciada por esta tendencia y llevó a otro nivel el reportaje-testimonio con la publicación de su obra Ganarle a Dios, a mediados de los años setenta. Asimismo, el libro que recoge sus conversaciones con Marek Edelman, un cardiólogo polaco superviviente del Holocausto, refleja su interés en común con Kapuściński de llevar a cabo periodismo intencional fijado en un interés por concienciar al lector y provocar un cambio positivo.

Le dio una nueva forma a la necesidad del escritor de luchar por un mundo mejor--- materializada en una fórmula con la que reclamar la verdad y la justicia en nombre de los asesinados o los que han sido despojados de la voz--- y concretó la búsqueda de una razón superior para la escritura, la impregnó de un mensaje intensamente moral que a veces permite intuir un sentimiento de estar cumpliendo una misión. Con este giro en su escritura, Kapuściński demuestra que más que periodista es sobre todo humanista. Sus constantes evocaciones del recuerdo de la guerra y su propia historia en Polonia van de la mano junto a las vivencias que narra en su escritura y "a veces le sirve como elocuente carta de presentación ante las personas sobre las que tiene intención de hablar, como una manera de demostrarles que tiene derecho y competencia para pronunciarse acerca de sus asuntos" .

Destination: THAILAND, formerly named SIAM (Land of the Free)



I think I just might´ve understood the name changing of this land. Land of the free?! My soul was rarely liberated during my stay here. Spirituality has metamorphosized into prostitution, while culture has slowly but surely, turned into a zoo. This is definetely the first and last time I will travel in this manner. Let's see how I can begin narrating my first day in former Siam... Here it goes.

Day 1
We departed from KL to Bangkok on an early flight with Sara and Guam. My spirit was still pretty free, although the whole programmed tour-travelling 10 cities in 10 days type of thing, has never amused me. Little did I know what exactly was planned for the next days. We quickly met Tu-tu, our guide for the next week or so. She greeted us amiably and drove a van to our hotel. We stayed there relaxing for a bit until we got picked up again for a "city tour". I quickly began to sense the overlapping control. We visited several temples; marked my first time to really submerge myself into full-on Buddhist spirituality. I learned how to pray to Buddha with lotus flowers and incense. In one of the temples I kneeled and made three promises for good health, enough money to continue travelling, unconditional love, and I believe I also made an additional private petition.

The King's palace was pretty surreal. The golden temples and intricate buddhist architecture was one of a kind. The food was outstanding too! Better than in Malay. I mean, the scenes were fabulous, the only problem was that we had no real time to take them in! Tu-tu kept warning us about the time we had to be take and then kept taking us to dumb tourist-trap gem factories, where it was obvious we weren't going to buy anything. We are goddamn anthropology students who are supposed to be interested in cultural submersion, not capitalist wells!

Finally it started pouring and Sara and I walked around some markets that rocked. We got soaked and laughed in the rain. Finally, we had to return to our planned itinerary and Guam informed us that dinner had been arranged in the same restaurant where we had lunch and that following that we would participate in a "cultural show". I learned from this trip that any package sold as a "cultural show" is anything but NATIVE.

Anyhow, the most unforgettable experience EVER which was actually the ¨highlight¨of of the Bangkok trip happened hours later when we expressed our disappointment with the rigidness of the activities. "You guys want to experience some real crude Thai culture?", he asked. Our response was obvious.
We got back in the van that had taken us around the city all day and after several turns and twists, we found ourselves in a dark street. Neon lights shone from a building at the end. The van came to a stop, we got out, and saw a mid-aged big-boned Thai woman sat on a stool of what appeared to be a very sketchy bar. Guam, who mind you was the assistant director of the academic program I had enrolled in, handed "mama" some money and shook his head as a sign that we were to follow him.
Sara and I had no idea of what to expect. We walked into the dark building, through a thin corridor that led into another smaller room. Neon lights hung from the celing and in the center there was a circular platform. A young teenage girl stood on top and around her there were around a dozen men cheering. Blondes, Asians, Europeans, you name it, they were there.

During the hour (approximate time) I witnessed that freak circus I saw the most disgusting and perturbing things I have possibly ever witnessed in my life. It wasn't just any sex show. It was sick. The girl began her exhibit by pulling out an arrange of strange object from her genitalia. The first show commenced with a rather sharp choice of an object, must i say. In the beginning, I could hardly tell what it was. I glanced several times while squinting. ¨Is that what I think it is?¨, I asked Sara, next to me. The loud poppy music made it hardly impossible to communicate. Mind you, words were nothing but an obstacle at this point. The girl was indeed pulling out razor blades from inside of her. You know the kind 1950´s barbers would use in their shops? Those. There were about 20. All attached to a thin piece of string. Her face looked anything but into it. You could tell she was in pain. I had no idea how to react. Everyone was in awe, although the obvious couple of drunk horny older tourists whistled and shouted in excitement. I couldn´t understand how this was meant to turn anyone on!

Second show was a bit softer in edge. Hawaiian flowers seemed sweeter. The question was, how many things can you actually store in there?! She seemed like Mary Poppins and her ever-spacious handbag! It went from daisies to pearls, to God knows what. One after the other she pulled them out. Then finally, when everyone began getting bored of the pulling, the girl began displaying her Mula Bandha talent. Ha! The way she contracted her organ was indeed impressive. There was a dart chart on the wall and just like a four-legged animal would walk, she adjusted her crotch so as to hit her target perfectly. I was amazed at how she was able to hit the bull´s eye repeatedly from behind, AND using only her genitals! Wow. It was disgusting, impressive, shameful, sad, intriguing, and sick, all in one. The dart show was followed by a smoking vagina and a Coca-Cola bottle opening one as well. Finally, just as I was unable to take anymore, the young Thai girl began writing something on a piece of white paper, using anything but her hands (obviously). A black magic marker stuck in her vagina moved around in circles until she pulled it out and displayed the message to all in the audience. ¨Welcome to Thailand¨, it read.

At that point I poked Sara as a sign I had had enough. I think we all had. Sara was able to catch Guam´s attention, who unlike us, seemed to be having fun checking out our reactions. We finally head out. ¨Nice introductory anthropology course¨, I thought as I took one last look at the girl, who just as her country´s former name, seemed anything but free.


Una mirada al mundo