Iolanta


En una casa de dos plantas en el pueblo de Zgorzelec vive Iolanta. Tiene 56 años, es maestra jubilada y madre divorciada. Su hijo menor, Xavier, me llevó con él a pasar un fin de semana con su madre entre nieve, chimeneas, animales salvajes y vida de pueblo polaco. Dos noches, tres atardeceres y 58 horas me bastarían para escribir varias historias. Esto es un intento por contar un poco lo que experimenté en carne propia durante este corto tiempo y lo que muchas personas en pequeños pueblos en el centro de Europa viven a diario. Desde 1985 Iolanta habita en la misma casa de madera. Crió a sus cuatro hijos en este hogar y aunque años más tarde se marcharían los cuatro a recorrer los caminos de la vida, Iola, ha decidido permanecer en esta casa que fue construida en 1905 y antes y durante el comunismo se utilizó como una escuela.
Cuando sus hijos y quien fuera su marido compartían la casa había calefacción central. El techo estaba en buenas condiciones. Su ex marido trabajaba como técnico de veterinario y sus hijos: Ola, Karolina, Krzysztof y Ksawery pasaron una niñez bonita. Jugaban a deslizarse por la nieve en trineo o en patines, ayudaban a su padre a cuidar animales y heredaron de sus progenitores el amor por los perros, los gatos y otras criaturas exóticas como monos y aves salvajes. Recuerda Xavi que en una ocasión unos vecinos llamaron a su padre para avisar que había entrado a su establo un búho herido. Andrzej, el padre, se ocupó del ave y al día siguiente con la ayuda de su hijo menor, manejaron en carro hasta la frontera con Alemania, porque en ninguna otra parte podían conseguir la ayuda necesaria para curarle el ala al ave. ¨Le pusimos una bolsa de papel sobre la cabeza para que no se asustara y lo llevé sentado en mi falda durante todo el camino. El búho era enorme y cuando llegamos al control en la frontera, los policías nos preguntaron qué llevábamos... luego nos dejaron ir¨, cuenta Xavi.
Desafortunadamente las historias idílicas no durarían mucho para la familia Dobrowolski. Poco después Iola y Andrzej se divorciaron y cada uno partiría por su propio sendero. En 2007 un huracán atravesó por Polonia y destruyó gran parte de la infrastructura, incluyendo el techo de la casa #41.¨Decidí jubilarme después de ser maestra de biología durante 25 años, tomé unos préstamos del banco para reparar el techo de la casa, y bueno, digamos que los tiempos no eran los mejores¨, expresa Iolanta. Todo parecía derrumbarse junto con su hogar y Iola decidió partir. Una amiga que se había trasladado a Irlanda la invitó a quedarse con ella, para ayudarla a cuidar a sus hijos y ahorrar algo de dinero. Aunque en un inicio pensó quedarse sólo unos meses, terminaría trasladándose durante un año y medio. ¨Los primeros días eran horribles¨, recuerda. ¨Sobre todo por el idioma...pero bueno, luego trabajé conmigo misma. Comencé a estudiar yoga y tai chi y me ayudaron a estabilizar mi vida, cambiar mi actitud¨, expresa. Algunos meses más tarde publicó un libro guía de Glendalough, el pueblo donde vivió, trabajó en varios lugares: una tienda orgánica, en una cafetería... y comenzó a interesarse más por las prácticas orientales y el arte de dar masajes. Cuando llegó el fin de su estadía en Irlanda, Iolanta era ya una mujer cambiada. Regresó a la casa número 41 de la puerta azul, chimenea en el centro de la sala y techos de forma empinada y decidió emprender otro capítulo.

La vida que lleva Iola es dura, pero ella la considera enriquecedora. A las 6 de la mañana ya está en pie. No puede dormirse en las pajas ni un momento. Aunque ahora vive sola con sus tres mascotas (2 perros y un gato), debe ocuparse por mil y una cosa. La noche anterior deja preparada la madera para la chimenea. Debe recoger agua en baldes, algunos para la cocina y otros para el baño, por si se congela la tubería en la noche. Almacena 100 kilos de papas en la alcoba por si en los frios meses de invierno se le hace dificil conseguirlas. Pasea a sus perros aunque la temperatura afuera esté en negativo treinta grados Celsius. Y encima de todas las tareas domésticas, continúa siendo una mujer trabajadora y profesional. Pertenece a dos asociaciones: Euroopera (encargada de difundir el legado del filósofo Jakob Bohme) y Topik (a favor de la protección de paisajes y recursos naturales) y encima de todo también está montando un nuevo proyecto: su propio gabinete de masajes y salud holística en la primera planta de su casa.

En dos días Iolanta me enseñó a...

Preparar pan polaco (entre otras ricas recetas)


Disfrutar los días de frio intenso, cielos azules y caminatas perrunas


Estar siempre pendiente que hubiese madera en la chimenea


Deleitar un té de frutos silvestres y la blanca vista desde su cocina


Observar pájaros exóticos desde la ventana

Y a descubrir otras formas de vida tan diferentes a la mía. Por eso y mucho más, le soy agradecida...

La obsesión por la estética y el hedonismo: el caso de Dorian Gray y Marilyn Monroe

La obsesión por la estética y la tendencia al hedonismo ha existido siempre a través de la historia y en cada sociedad. Los romanos se saciaban hasta las narices de suculentos banquetes, satisfacían sus fantasías sexuales en orgías y luego entre pecho y espalda y con la ayuda de una pluma de pavo real, acudían al vomitarium para vaciar sus tragaderas y continuar complaciéndose. También consideraban la prostitución como un bien social. A principios de siglo, en otra parte del mundo, los japoneses adiestraban en las artes y el entretenimiento a jóvenes hermosas llamadas geishas, con tal de satisfacer los placeres más burgueses.
En la India se ha practicado el Kama Sutra con el mismo fin hedonista. Y así por el estilo... El culto al placer continúa ejerciéndose desmedidamente en la actualidad. Cada vez vemos más medios de libertinaje desprendido y sus derivaciones. Sexo. Abuso de sustancias. Obesidad. Consumerismo. Religión. Violencia. Venganza.

Hace algunas semanas comencé a releer ¨El retrato de Dorian Gray¨ de Oscar Wilde, motivada principalmente por una canción que le dedica Soda Estereo. Difícil se me ha hecho soltar el libro, sobre todo porque es la muestra más fehaciente de este tema que ha comenzado a interesarme cada vez más: la búsqueda obsesiva por la belleza y el placer. Como seres vivientes muy simples en naturaleza, pero que se tornan complicados por las realidades que les rodean, es lo más natural del mundo querer sentir placer. Comprarnos algo en las tiendas aunque no tengamos el presupuesto para hacerlo, fumar un cigarro o dos al terminar un día de trabajo a pesar de tener tos, querer repetidamente a alguien que no nos quiere, deleitar una botella de buen vino y luego otra, aunque tengamos que trabajar al día siguiente... Habrá quienes piensan que son todos placeres saludables. Pero, ¿hasta qué punto es sano sucumbir al deleite no-racional? ¿Cuándo comienza a convertirse en hedonismo la búsqueda de placer? Y, ¿cuándo y cómo debemos decir que no? En palabras de Oscar Wilde, ¨la única manera de librarse de la tentación es caer en ella. Si uno resiste, el alma queda afectado por el deseo de cosas que ella misma se ha prohibido¨.

Vemos esta búsqueda obsesiva por la auto estética y el hedonismo de manera empalagosa en ¨El retrato de Dorian Gray¨, considerada una de las últimas obras clásicas de la novela de terror gótica con una fuerte temática faustiana. En ella vemos a un pintor que se obsesiona y encapricha con su modelo, un joven chico narcicista llamado Dorian Gray. El joven, que en un principio representa la pureza e inocencia, va trasformándose a lo largo de la historia en una personificación hedonista y auto-destructiva. El pintor, por su parte, cree que gracias a Dorian ha descubierto una nueva forma de arte, mientras éste comienza a entablar una relación con otro interesante personaje y encarnación perfecta del hedonismo, Lord Henry.

Su filosofía consiste en la siguiente frase- "lo único que vale la pena en la vida es la belleza, y la satisfacción de los sentidos". Al darse cuenta de que un día su belleza se desvanecerá, Dorian desea tener siempre la edad de cuando le pintó en el cuadro Basil. El deseo de Dorian se cumple, mientras él mantiene para siempre la misma apariencia del cuadro, la figura retratada envejece por él. Su búsqueda del placer lo lleva a una serie de actos de libertinaje y perversión; pero el retrato sirve como un recordatorio de los efectos de cada uno de los actos cometidos sobre su alma, con cada pecado la figura se va desfigurando y envejeciendo...

Hace unos días vi una película en la que se refleja a otro personaje, mito del placer, el erotismo y la consecuente tragedia. Se trata de Marilyn Monroe, interpretada por la bella y talentosa, Michelle Williams. Esa voz de niña inocente proveniente del sur de los Estados Unidos enmascaraba, sin duda, una complicada niñez y un gran vacío que intentaba llenarse con la búsqueda del placer. Sus extremadamente cortos y apasionantes matrimonios, relaciones con el poder y la fama y el abuso de sustancias llenaron los días de Miss Monroe, hasta llevarla a la muerte, quién sabe a manos de quien. El tema del hedonismo como eje de la vida y el culto apasionado a la belleza y a la juventud como móviles del individuo la caracterizó y convirtió en icono de los años 50 y 60.

Dos casos de búsqueda obsesiva de belleza y placer, y tragedia personificada.
Somos todos víctimas del estado natural que conlleva ser seres vivientes y no robots que viven para trabajar y también disfrutar del placer.
¿Significa esto que, por tanto, también somos todos víctimas del hedonismo? Y, si ¨los placeres son el último refugio de los seres complicados¨, como dice Wilde, entonces, ¿dónde podremos encontrar cobijo sino en ellos?

The Rum Diary


Great anticipation and excitement was put into the film adaptation of Hunter Thompson's "The Rum Diary". For months I was eager to watch the screening of the film I had witnessed from a distance in March of 2009. I remember seeing how the colorful 1950´s cars that were brought in to Puerto Rico from Cuba were parked along Norzagaray Street, giving our historical center a glamorous and retro edge to it.

Old San Juan´s streets were closed down to receive one of the most acclaimed actors of our times: Johnny Depp, who together with his family, converted his yacht on the shores overlooking La Perla, into his home for several months, during the filming of this movie.
Gonzo journalism has always been attractive to me. Ever since I watched "Fear and Loathing in Las Vegas" several years ago, I was drawed to the idea of becoming an anthro-journalist, living and breathing in the skin of one’s work subjects. Participant-observation techniques have always been a common practice among some of the greatest journalists of all times: Gabriel Garcia Marquez, Ryszard Kapuscinski, Truman Capote, Ernest Hemmingway, and Hunter Thompson, among others. Founded by Thompson, gonzo journalism favors style and tone over truth and accuracy. During an interview in 1973 for Rolling Stones magazine, Thompson said, "If I'd written the truth I knew for the past ten years, about 600 people—including me—would be rotting in prison cells from Rio to Seattle today. Absolute truth is a very rare and dangerous commodity in the context of professional journalism."
Another reason that makes Thompson controversial is his choice of topics, usually revolving around recreational drugs and alcohol experimentation, which he considered added an additional subjective flair to his reporting. The term "gonzo" has also come into (sometimes pejorative) use to describe journalism that is in the vein of Thompson's style, characterized by a drug-fueled stream of consciousness writing technique. "The Rum Diary" is no exception.
Hunter S. Thompson wrote the novel in 1961, but it was not published until 1998. The independent production companies Shooting Gallery and SPi Films sought to adapt the novel into a film in 2000, and after Bram Sheldon declined the role, actor Johnny Depp was signed to star and to serve as executive producer. Nick Nolte was also signed to star alongside Depp. The project did not move past the development stage. After this, film problems seemed to continue. Several other well known actors such as Benicio del Toro were also supposed to star in the film, although because of internal differences these plans were also never adapted.
Directed by some dude called Bruce Robinson, a struggling alcoholic, "The Rum Diary" proved to be incredibly disappointing. The script, painfully bad. The cinematography and photography? Decent considering I am extremely far away from my Caribbean roots, and it was comforting to engage in tropical eye candy for two hours.
Paul Kemp, the journalist and main character played by Johnny Depp is a guy who has become increasingly disinterested in the US way of life under the Eisenhower administration and decides to move from New York to Puerto Rico for a breath of fresh air and motivation to work on a new book. He lands a job with the decaying San Juan Star newspaper and turns rum drinking into his favorite pastime. So much potential incapable of manifesting itself. "The Rum Diary" is unfortunately, a failed experiment that lacks a backbone, structure, interesting dialogue and character development, and fails to portray a great story about a journalist drowning in his own fears as seen thru the eyes of one of the most fascinating story tellers of the New Journalism movement: Hunter Thompson.

A Polish Christmas

I´ve been postponing blog writing for a couple of weeks now. Thesis revisions, organizing and attending house parties, sangría preparing, cooking, eating loads of Polish food, and other Christmas-like obligations have been occupying most of my waking hours lately. Today anyhow marks the start of a fresh and exciting new year, and because I owe some of you a story about how Polish Christmases are spent, I finally got myself to writing it.

It all started about a month ago when I moved into a great new flat on Ulica Pomorska 49 (pronounced Oo-leet-sa Pomorska cher-yesh-she-ye-vench), and possibly my favorite Polish word, jeje... So, I decided to finally leave the dormitory life behind and make my Polish stay a bit more official by transforming my apartment into a real home and not a haven for Erasmus partyholics. I also signed a work contract until summer of 2012 and will be negotiating with the University of Wrocław, where I can hopefully continue teaching next semester. So, so far, so great…
Another reason why my Polish life became even more awesome is because of my new BFF. He’s got small green eyes, a warm smile, a huge and tender heart, and the most soulful taste in music ever. Plus, as an added value, he also cooks senegalese finger food, plays guitar, and can rap pretty well.
His name is Adam and he’s also my flat mate, together with his girlfriend, who’s in France and I still haven’t met. Adam and I clicked since the first second we sat down to talk, and although we’ve only known each other for a month or so, it seems like a lot longer. My Polish Christmas experience, therefore, was thanks to him and his great family: Mama Bogna, Papa Edward, and greatest sister in the world, who came from upstate NY to spend 6 weeks here, Ania.
Ania, Adam, and I spent Christmas with their mother and stepdad in a small city called Leszno, where they live. An almost two hour train ride from Wrocław later and we arrived to foggy, snow-less Leszno, where we’d spend the next couple of days in Bogna and Edward’s apartment. A perfectly decorated dinner table greeted us and would be the center of the celebrations during the next half a week or so. Everyday Bogna would change the perfectly ironed white tablecloth, fine napkins, candles, wine glasses, and Christmas ornaments and begin the main mission of the day, which almost turned into a vicious cycle: cooking and eating, eating and cooking, cooking and eating more…
The first activity on the agenda (before eating and more eating) was decorating the tree, which Poles, unlike Puerto Ricans, usually do a couple of days before Christmas.
On Christmas Eve the cooking process began early. Although most of us were still in pj´s, I decided to dress up a bit and hit the kitchen to learn some new recipes. Ania and I helped Bogna make some salad and prepare pierogis (Polish dumplings) stuffed with cabbage (ever present in Polish cuisine).
First you make the dough, then you cut it in circles using a cookie cutter, stuff them one by one, and seal them using your hands (or Puerto Rican empanadilla style, using a fork). This is how they turned out...
Hours later, we all sat to eat twelve dishes (Polish tradition that holds relation with the 12 apostles and the last supper). For starters, we had beet root soup with another type of dumplings, and later on we tried different fish dishes, cabbage salads, and best of all... the desert: four types of cakes (poppy seed, cheesecake, walnut cake, and another one with biscuits and caramel)
Another common tradition that Poles practice during Christmas lunch took place shortly after. To prepare for it, someone from the family must get communion bread from church and before eating and after saying a prayer, each member of the family cuts a piece of the bread and gives a wish to each person in a circle until everyone has been wished and blessed upon.
We also heard many Christmas carols in Polish, English, and even Puerto Rican ones. Everyone received a decent amount of hugs and kisses , unexpected presents, and even engaged in salsa dancing! Thanks to Adam, Ania, Bogna and Edward for making this time so special in my home away from home!

Merry Christmas, Wesołych Świąt, Feliz Navidad, and a great start of 2012 for everyone!

Fernando Torres, periodista español, me dedica una entrada en su blog NOVALIS



Publicado lunes 28 de noviembre de 2011 en
http://blognovalis.blogspot.com/2011/11/sv-platt-la-periodista-que-surgio-del.html

S.V. Platt, la periodista que surgió del frío


Hace unos días, mi buena amiga la periodista, antropóloga y traductora, Sarah V. Platt me escribía desde la fría Breslavia, junto al río Oder, al suroeste de Polonia. Aquella floreciente ciudad de pasado nazi, que en la primera mitad del siglo XIX experimentara un gran desarrollo industrial y económico, y que, tras el fin de la guerra fría, desde 1989 hasta la actual crisis iniciada en 2008, fuera una de las ciudades más prósperas de Polonia. Desde allí me contaba que en la actualidad está realizando el trabajo de campo necesario para concluir en un breve plazo de tiempo su tesis doctoral sobre el escritor y reportero polaco Ryszard Kapuscinski. Para ello llevaba más de tres meses de investigación en aquel país cuna del maestro, cuya enorme tradición literaria, según me explica, ni comenzó ni terminó con Kapuscinski.

A sus 29 años de edad, Sarah V. Platt es desde hace cinco profesora universitaria de idiomas y periodismo. Ejerciendo como periodista ha trabajado en diversos medios de comunicación, en particular prensa escrita, o como ad-ministradora en universidades y museos, colaborando también en el sector de las ONG. Es traductora de inglés y español y editora de textos periodísticos y académicos. Desde hace más de ocho años, como antropóloga, también ha realizado trabajos de investigación en diferentes países como Malasia, Tailandia, Indonesia, Puerto Rico, Perú, Italia o Polonia.

Gracias a una conversación privada mantenida con la traductora Ágata Orzeszek, presente en el seminario sobre Kapuscinski que celebró la UCM el pasado año en Madrid, Sarah supo de la existencia de una escuela polaca de reportaje. Y sin dudarlo, poco tiempo después, se trasladó a Breslavia para continuar desarrollando allí su intensa labor investigadora. Una indagación que la llevó al conocimiento más profundo de autores de esa misma tradición periodística y literaria como son Wojciech Jagielski o Wojciech Tochman, con los cuales se ha estado entrevistando en persona, y cuya interesante lectura me recomienda vivamente.

Wojciech Jagielski estudió en la Facultad de Periodismo de la Universidad de Varsovia. Ha trabajado en el departamento de relaciones exteriores de la Agencia Polaca de Prensa y desde 1991 en la Gazeta Wyborcza, que dirige Adam Michnik, el periódico más prestigioso de Polonia. Habi-tualmente colabora con la BBC y el diario Le Monde, siendo premiado en varias ocasiones por su importante trabajo periodístico.

En el libro ‘Torres de piedra’, Jagielski retrata en un brillante reportaje la trágica Chechenia de abundantes recursos petrolíferos que, durante la caída de la URSS en 1991, aspira a la independencia. Lo que le acarrearía dos sangrientas guerras con Rusia que se saldaron con más de 150.000 muertos. La obra se ciñe a la segunda de ellas, iniciada como maniobra política en 1999 para respaldar la elección del por entonces desconocido ex miembro de la KGB, Vladimir Putin. Una guerra cruel sostenida entre un desesperado puñado de guerrilleros contra el poderoso ejército ruso. Mientras que en ‘Una oración por la lluvia’ refleja en sus crónicas su visión del laberinto afgano, fruto de los once viajes que el autor realizó a ese país entre 1992 y 2001, mostrando la compleja situación de un país castigado por revoluciones y contrarrevoluciones.

Por otro lado, el escritor Wojciech Tochman, autor de ‘Like Eating a Stone: Surviving the Past in Bosnia’, es uno de los periodistas polacos más traducidos hoy en día. Sus libros han sido publicados en inglés, francés, holandés, sueco, finlandés, ruso y bosnio. Fue finalista del Gran Premio Testigo del Mundo, que concede Radio Francia Internacional, y actualmente dirige el Instituto polaco de reportaje junto a los otros dos fundadores, Pawel Goźliński y Mariusz Szczygiel.

En la obra citada, Tochman relata cómo durante cuatro años la guerra de Bosnia causó la muerte de más de 100.000 personas. Y también que tuvieron que pasar muchos meses, incluso años, antes que comenzara el proceso de iden-tificación de los muertos enterrados en fosas comunes, para darles un entierro digno con el debido duelo. Pero muchos siguen a la espera de encontrarlos y continúan su búsqueda hasta hoy. Tochman viaja al paisaje devastado de la posguerra acompañado por algunos supervivientes, en su mayoría mujeres. Y con la sensibilidad de Kapuscinski, realiza un reportaje de gran alcance contando la historia desde el punto de vista de las personas que lo perdieron casi todo en esa dolorosa guerra.



Más información

‘Morphologie’, blog de Sarah V. Platt

‘Bacacay’, blog de Pawel Goźliński


En la fotografía Sarah V. Platt y Wojciech Jagielski

Mi cocina


La cocina de mi piso es pequeñita. Apoyada en la pared hay una mesita con tres taburetes. Sobre la mesita usualmente encontrarás chocolates, galletitas o dulces típicos que han dejado los amigos desde Bélgica, Kazakstán, Georgia, Londres… En una esquina está el frigorífico. Diminuto casi. Basta decir que en Puerto Rico el tamaño normal de una nevera es cinco veces mayor que esta. Cuando abres la puerta está repleta de comida. Pierogis hechos a manos sobre quesos, pimientos tricolores, kiełbasa y ensaladas preparadas el día anterior.

La luz que alumbra en la cocina es amarilla y da la sensación de estar en la década de los sesenta o setenta. Es calientita, acogedora. Las losetas del suelo de la cocina son color crema, la alacena es de madera de un tono claro. No tenemos horno. Tampoco microondas. Vivimos un poco a lo hippie. Somos estudiantes con el bolsillo apretado y nos hemos acostumbrado a hacer de tripas corazones. Sin embargo, el amor, especialmente en la cocina, no falta nunca.


Nos hemos convertido en una familia muy feliz: Irina, Zhamilya y yo. Especialmente Irina y yo. Aunque al principio la relación comenzó siendo un poco cerrada y rara, tal vez por desconfianza o por la diferencia cultural, a medida que fueron pasando los días, nos fuimos uniendo más. A pesar de tratarse de una puertorriqueña, una georgiana y una kazakstana con muy poco en común, aparte de nuestro estado actual como doctorandas en la Universidad de Breslavia, jamás pensaría que fuéramos a convertirnos en consejeras espirituales, casi hermanas.

La cocina suele ser nuestro lugar de encuentro, de desahogo, reflexión, motivación e inspiración. Usualmente es el punto medio entre la habitación y el baño y, por tanto, cuando necesitamos tomar un poco de aire y descansar, sin compartir palabras, nos encontramos ahí. Una hierve el agua para el té, mientras la otra prepara una ensalada de legumbres o corta un queso para compartir. En la cocina hablamos de todo. Sobre amoríos fracasados, frustraciones doctorales, el clima, los sueños, de tener una familia algún día, sobre dietas y cómo debemos hacer más yoga, en fin, de todo. Además, como no tenemos sala de estar ni televisión ni ningún otro ¨lujo¨ aparte de nuestras computadoras portátiles y un internet moribundo, pues en realidad la cocina es el centro de todo.

Una tarde nos juntamos las tres y surgió el tema de los 1980´s. "Cuando estaba la Unión Soviética, como en la tele sólo se veían programas de propaganda política, nada de historias de amor ni esas cosas, pues en la secundaria nos juntábamos en secreto a mirar los libros de anatomía que para ese entonces era casi como ver porno", dice Zhamilya de Kazakstán entre risas. "Boże! Sí, es verdad.", responde Irina. "En Georgia no podías ni mirar a un chico a los ojos en ese tiempo, se veía muy mal". "¿Te acuerdas del lema ¨No Sex in the Soviet Union¨?", le dice a Zhamilya. "¡Si, jaja!" y ambas se ríen con cierta nostalgia.

Cambiamos de tema… "Pues en Puerto Rico tienes que tener un seguro médico privado para poder ir a ver a un especialista sin tener pagar una fortuna. Yo por ejemplo tengo uno que cuesta $100 y pico", digo mientras le muestro mi tarjeta de Triple S. "¿Cómo? ¿En serio? Wao", dice Irina. "¿Pero y cómo es posible que no sea gratis? ¿Y también tienen que pagar por la educación?", me pregunta en un estado de shock. "También", le contesto. "Bueno", me contesta, tratando de buscar el lado positivo del asunto, "¡por lo menos hace calor todo el año!". "En el 2012 quiero ir a ver con mis propios ojos cómo es América, Estados Unidos"… dice, antes de cambiar de tema de nuevo.

Venimos de dos mundos paralelos. Ellas de la ex Unión Soviética, yo de América. El Cáucaso y una pequeña isla del Caribe. Georgia: un país que posee su propia lengua, alfabeto y una herencia histórica y cultural antiquísima. Puerto Rico: un puntito en el mapa que semi pertenece a Estados Unidos, pero también a Latinoamérica, a España, a los africanos y a los Taínos. Irina viene de una tierra que sufrió una sangrienta invasión de los rusos y una dolorosa guerra que duró demasiado y dejó un amargo sabor en la boca de sus orgullosos ciudadanos. Yo, de una tierra siempre calurosa, que pocos conocen en esta parte del mundo, pero que también ha sufrido invasiones extranjeras, hasta el punto de no haber obtenido nunca su independencia.

La cocina es el punto donde estos dos mundos se encuentran. Se conocen. Se admiran y se respetan. Y es otra de las razones por las cuales estos tres meses que cumplo hoy en Breslavia, son tan especiales.

Una mirada al mundo