Historias sin sentido

Hace una semana me llegó por correo el libro de cuentos más reciente de Haruki Murakami. Tiene un título muy raro: "Sauce ciego, mujer dormida". Y la verdad es que algunos de los cuentos son también muy peculiares. Las vidas de los personajes suelen estar envueltas en mucho drama, aunque al final, la trama termina abruptamente y en ocasiones, sin sentido. Sobran las preguntas y aveces me siento como si alguien hubiese eliminado páginas del libro. Lo que más me gusta sin embargo, es que el tema que prevalece es casi siempre el mismo: el vínculo entre la vida y la muerte y la fina línea entre el amor y la soledad.

Cada uno de sus cuentos (muy diferente que en sus novelas) comienza de la misma manera. Suelen ser dos conocidos sentados en algún sitio, recordando el pasado y de repente el narrador va juntando los trozos de alguna experiencia que uno de los dos haya vivido. Siempre hay una historia de amor apasionado aunque no correspondido, un fuerte sentido de soledad o al principio o al final y luego, la historia termina de repente sin anunciar.

Algo así me pasó hace dos días, aunque en este caso no hubo ninguna historia apasionada de amor. El viernes en la tarde salí de una clase de yoga que me dejó mareada y exhausta. Caminé hacia la parada del tramvía. De repente noté a una señora a mi izquierda que caminaba tambaleando y de un modo muy poco usual. Tenía unos 60 años y vestía todo de blanco: un pantalón vaquero con un suéter y dos bolsos colgando del hombro. Intentaba subir al tram, aunque ya era muy tarde. Oprimió el botón para abrir las puertas, sin embargo, el tram no se detuvo. La mujer, visiblemente enojada gruñó y se giró hacia mi. Seguía tambaleando. En ese momento me di cuenta de que aquello no era un caso de Parkinson´s, sino un evidente estado de embriaguez.

Poco después intentó caminar hacia el letrero que pone la información de los tramvías, supongo que para sostenerse. Su intento fue fallido. De manera imprevista cayó completamente desplomada al suelo, antes golpeándose la frente fuertemente. Nunca he presenciado nada así en mi vida. Aquella mujer cayó como un saco de papas y el golpe fue tan fuerte que juré que había muerto. Ya en el suelo la piel se le tornó gris, su sangre comenzaba a formar una piscina, los ojos se le habían volteado hacia atrás.

Es interesante ver cómo reaccionan las personas en momentos inesperados y de gran estrés. Me quedé boquiabierta y lo mismo pasó con un chico a mi lado. Su novia, sin embargo, corrió donde la mujer malherida y rápido le comenzó a secar la frente con un pañuelo de papel. La mujer seguía sin reaccionar. Decidí llamar a un amigo para que me diera el número de la ambulacia. Dado mi limitado polaco, puse al teléfono a una señora que pasaba a mi lado para que informara a los paramédicos. Me senté al costado de la herida, le sostuve la mano e intentaba hablarle, buscando su reacción. Nada de nada. La piscina de sangre era ahora tres veces mayor. Saqué la toalla que había utilizado en el yoga y se la até a la cabeza de manera que la herida cuajara. Busqué en su bolso a ver si tenía alguna identificación. Encontré dos cajetillas de Malboro, un libro, un par de cuadernos pequeños... En un pequeño bolsillo hallé su carnet. Se llamaba María. Había nacido en 1955 y quien sabe porqué había bebido tanto vodka aquel día.

Los paramédicos tardaron algunos veinte minutos en llegar. El tono de la piel de María permanecía gris. Le practicaron CPR, la subieron a la ambulancia y finalmente obtuvieron una reacción suya.  Decidí en ese momento que mi rol había sido cumplido en su totalidad. Me subí al tram y todo quedó atrás, como un pesado recuerdo.

No se cuál sea el punto de esta historia. Tal vez no lo tenga. Tal vez sea como una de las historias de Haruki. Intensa, colgando de un hilo y luego terminada como por acto de magia. Lo que sí se es que donde quiera que esté María ahora, seguramente estará pensando lo mismo...

Trozos de un diario de verano

29 de julio

Hoy en la mañana llegué a Dwirzyno, un pueblo costero al norte de Polonia en el Mar Báltico. Estuvimos en el tren casi 12 horas y para mi sorpresa en realidad fluyó bastante bien todo el trayecto, aunque originalmente había pensado que sería una pesadilla. Viajar en tren en Polonia no es nada fácil. La mayoría de los vagones son viejísimos, tardan casi 3 veces más de lo que deberían, las paradas sin sentido son orden del día y los asientos, pues tampoco los más cómodos. La verdad es que es una pena porque hay tantos lugares para visitar, pero sólo pensar en las conexiones, incertidumbre y las largas horas sentado delante de personas extrañas buscando donde esconder la vista agobia a cualquiera. Menos mal que sobreviví y ahora estoy aquí.


Solté la mochila en la habitación que compartiría con tres chicas más y rápido me di la tarea de dar una vuelta para conocer el lugar. Mucha gente invadía las calles, sobre todo familias con niños pequeños. Hay una calle principal llena de negocios, bares, ferias de juegos, tiendas de souvenirs, mercadillos y luego la playa, que es, dicho sea del paso, realmente bonita. La arena parece talco y la costa, infinita. Hacía tiempo que no veía el mar. Una pena que el cielo estaba nublado, sin embargo, las tonalidades de gris eran bonitas y con sólo poder respirar aire de salitre, me bastaba. Me senté en un esquina y me quedé observándolo todo.Un padre con su hijo fueron los únicos suficientemente valientes para meterse al agua. Se sumergían y retaban el fuerte oleaje...

Sirvieron la comida a las 14,30. Me moría de hambre y no tenía a quien preguntarle donde sentarme. Me sentí perdida en el espacio. Finalmente terminé compartiendo mesa con otro de los profesores de inglés. Ahora regresamos de la primera reunión de integración y sigo un poco perdida, aunque no me atormenta. No me preocupa y creo que ya después de estar un año en este país, he llegado, o por lo menos he intentado llegar a un estado de comodidad y aceptación ante la duda. Soy y somos completamente diferentes y, está bien. Es parte de la magia que siento aquí. Lo acepto con humildad.

30 de julio

El cielo ha estado tan bonito hoy. La naturaleza en su punto. En la tarde mientras paseaba por el mar y derretía los dedos de los pies en la fria arena, el cielo, nublado en algunas partes, reflejaba unos destellos de luz en el horizonte. Esa imagen daba un aspecto tan celestial. Leí Saramago hasta que oscureció y enfrió todo a mi alrededor.
En la mañana estuve impartiendo clases. Me intimidaron los teenagers en un principio. Casi todos tenían caras largas de aburrimiento y decían que sólo estaban ahí porque sus padres los habían obligado. Poco después rompimos el hielo con un par de juegos y mejoró la situación...


Los días aquí son largos. Se hacen muchas cosas. 3 comidas, clases, playa, sol y lluvia, frio y calor, minicharlas con la gente, siesta, caminata nocturna y a la cama. Soy feliz. La vida y el universo me sonríen...

Una semana más tarde...

Ya perdí la cuenta de los días. Sé que estaré con esta rutina todo el mes, así que ya me negué a estar recordando qué fecha es cada día. Son casi las nueve de la noche y aún está claro el día. Hoy pasé más de la mitad de mis horas en la playa. En la mañana estuve con Gosia y Asia que llevaron sus grupos a caminar por la orilla hasta llegar al siguiente pueblo dos horas más tarde. Vimos una medusa y recogimos caracoles blancos. Había poca gente, me gustó mucho.

Como siempre regresé hambrienta. Después de la comida decidí ponerme en marcha de nuevo. Terminé en un internet café y más tarde en un bar irlandés que se llama Pirat. Me sumergí en ¨Claraboya¨ sin darme cuenta que se me había pasado la hora de la cena. Prefiero leer que buscar con quien hablar. La gente no me atrae mucho, sobre todo porque la mayoría están en familia y no solos como yo. En las tardes a menudo me siento sola, pero luego llego a la conclusión de que estamos todos iguales. ¨Anywhere you go, there you are¨... A medida que van pasando los días me habitúo más y me doy cuenta de que realmente hay pocas cosas a las que uno no pueda acostumbrarse con el tiempo.



El mismo día que regresé del Báltico, me subí a un tren con destino a las montañas Tatra, las más altas en Polonia. Murzasichle, un pueblito cerca de Zakopane se convertiría en mi próximo hogar durante dos semanas más...


15 de agosto

El bus iba subiendo la montaña y los ojos se me cerraban, aún con las ganas que tenía de que se mantuvieran abiertos. Estaba completamente exhausta después de casi 24 horas de viaje. Con una sola ojeada a la vida me di cuenta de que es hermoso aquí. Se respira un aire con sabor a pino y hay poco ruido. Digamos que en esta calle las únicas cosas que se pueden encontrar son cabañas de techos triangulares y chimeneas altas, montañas y animales de granja. Mi habitación queda en el quinto piso de la cabaña-hotel. Tengo que eñangotarme para no chocar contra el techo. Es mi cuevita y me encanta. Aquí se respira paz. Y aunque no hay mucho que hacer aparte de relajarse, disfrutar las vistas y leer, tenemos internet y hasta un jacuzzi en el hotel (aunque en realidad el agua es igual de fria que en una piscina). 


20 de agosto
Paso mucho tiempo sola. Hago mi trabajo en las mañanas y luego me gusta encerrarme en mi cuevita. La vista es tan bonita que no hay mejor lugar para admirarla. Mi compañera de cuarto está fuera todo el día porque se encarga de un grupo de niños y pues qué mejor para mi que tener todo este tiempo libre. Estoy leyendo a Haruki Murakami y se ha convertido en mi autor favorito del momento. Me quedan pocas páginas para terminar ¨Tokio Blues¨ y he comenzado a interesarme mucho por visitar Japón. No se cuando. Solo pienso en ahora, en este momento. Aquí en las montañas Tatra, en medio de la nada, cada vez más unida a la naturaleza y la sintonía de toda su energía... 



Me despierto con el canto de los gallos. Cuando paseo le sonrío a los campesinos que cultivan sus tierras, ordeñan sus vacas, cuidan sus cabras. Subo al tope de la calle y allí me siento a observar el atardecer. Una gran bola de fuego y lava se expande por todo el cielo. Sonrío. 




AGRI-CULTURA


Frente al condominio donde vivo hay un lote de tierra. Algunos lo utilizan como estacionamiento, otros para pasear a sus perros, sin embargo yo lo utilizo como inspiración. ¿Inspiración? Pues sí. En ese lote de tamaño mediano crecen unos árboles y, detrás de ellos, cientos de jardines. Durante el comunismo en Polonia, el gobierno solía entregar pequeñas parcelas de tierra a familias para que sembraran huertos. Ahora, décadas más tarde, algunas de estas familias han conservado estas tierras. Otras han decidido pagar una pequeña fracción para alquilarlas y sembrar diversos frutos y también para disfrutar con sus familias y hacer parrilladas en los fines de semanas.

Ahora que llegó el verano y el calor es casi igual o aún más fuerte que en Puerto Rico, estos árboles que una vez se escondían del frío, han florecido y ¡de qué manera! Mis amigos y vecinos seguramente creen que estoy loca o no podrán comprender porque me maravillo tanto, pero es que en la pequeña isla de donde vengo, no hay cerezos, perales, ni manzanos y más aún, practicamente no existe la agricultura.

Sin embargo, no siempre fue así....

Durante mucho tiempo la agricultura constituyó una de las industrias más importantes de Puerto Rico. Incluso en el siglo 19, la isla llegó a exportar una gran cantidad de café, tabaco, azúcar y otros productos. Se dice que el café puertorriqueño era de tan alta calidad que llegó a consumirse hasta en el Vaticano. Sin embargo y muy desgraciadamente, una vez se instaló en la isla el modelo de industrialización, la agricultura comenzó a desaparecer.

Puerto Rico pasó a convertirse en una economía casi completamente dependiente en la importación de alimentos. ¡Algunos estudios estiman que en la actualidad, la isla importa 85% de productos agrícolas! En una isla ultra-tropical donde la tierra es sumamente fértil este dato es inconcebible. Los puertorriqueños se encuentran en una posición de horriblemente GRAN vulnerabilidad alimentaria que llevará (cómo ya lo estamos observando) a grandes conflictos sociales.

El desequilibrio global entre demanda y oferta produce una tremenda alza en los precios y una eventual escasez de productos. Los beneficios de desarrollar una industria agrícola en la isla como la que una vez existió (especialmente en el momento histórico en que vivimos) son obvias.  Se proporcionarían empleos, un alivio al bolsillo del consumidor, colaboración entre el sector público y el privado, SALUD, incluso, más tiempo con la familia, etc. etc. etc.

Los árboles que crecen frente a mi casa me inspiran. Me inspiran porque cuando los observo y admiro veo que si es posible que florezcan aquí, en este lote de tierra abandonado en Polonia, ¿por qué no es posible que también crezcan en mi isla?

Salvemos la agricultura, podemos hacerlo. Sin ella tenemos que comer pescado de China, guineos de Ecuador y menta de Israel, cuando todos estos productos podrían perfectamente sembrarse en nuestros alrededores.

Además, no hay nada más bonito que pasearse entre racimos de uvas, peras, cerezas y manzanas que dentro de unos meses podrás arrancar del árbol y comértelos al instante. 







30 abriles un 30 de junio




















Desapego



"En todas las almas, como en todas las casas, además de fachada, 
hay un interior escondido"
Raul Brandāo

Cayó el sol a sus espaldas. 
No se fijó siquiera en los colores del cielo ni en mirar para atrás. 
Se había despedido sin remilgos y su camino era recto. 
Sentía vergűenza delante de aquella muchedumbre. 
Cuánta preparación, cuántos deseos habían compartido.

La conexión que los había unido durante medio año se iba desvaneciendo y estropeando con el paso de cada minuto. 
¿Porqué tenía que ser siempre así?, se preguntaba.
 Si cuando estaban solos, todo era perfecto. 
Nuestra burbuja de placenta, le llamaba él. Sin embargo, delante de otros ya eran varias las ocasiones en que se transformaba en otro. 
No lo aceptaría más y por ello decidió marcharse. 
Abandonó aquella reunion, que en realidad, se había organizado  para ella.

Se topó con muchas piedras en la senda. Era difícil esquivarlas. 
Sobre el hombro llevaba un bolso enorme de la FNAC que había comprado años atrás en Barcelona. Ahora aquella tela solo arropaba los restos de sus 29. 
En la mano, una lata de cerveza caliente. 
Bañada en sudor caminaba, determinada y deseando sentir hálito. 
Concentrada en la pena que sentía, no se detuvo a mirar sus aledaños. 
Aquellos jardines que hace unos meses yacían muertos bajo la nieve, 
ahora daban abundantes frutos.
 Rosas fucsia pequeñitas susurraban al costado de cerezales, manzanos y suntuosos arbustos. 

Finalmente llegó a su destino. Aquel pequeño apartamento donde vivía. 
Encendió la luz y vio que tenía los pies cubiertos de barro y tierra. 
La pedicura que llevaba se le había hecho mierda. 
Sumida en un gran sentimiento de frustración y coraje, decidió que las cosas tenían que cambiar. 
Nadie la había seguido, ni siquiera mitad del camino... ¡ni una cuarta parte! 
Había vuelto sola. 
Y comprendió en ese instante, más que nunca, que sola tendría que continuar. 
Que aún faltaba mucho por recorrer.



From the Indignados to Occupy Wall Street: New Protest Movements and the Crisis of Democratic Capitalism



Wrocław recently held its yearly Global Forum, under the name: Reinventing the West: Prosperity, Security and Democracy at Risk? Important speakers from all over the world were reunited to discuss different topics related to European politics, democracy (or lack of it), and the socio-economic crisis. One particular Break-Out session caught my attention from the program. Three speakers, two from Poland, and one from Barcelona were invited on this occasion to analyze the new protest movements that have been taking place all around the globe as a reaction to the public outrage incited by the present critical situation confronting the democratic system.


It is not doubt that capitalism and democracy as we know it is in crisis. A system that benefits only a few and is detrimental to the great majority proves to be more than flawed. As a result, new-class warfare has begun to stir up in different countries around the world in the hope of creating change. Elżbieta Matynia, a Professor from the New School for Social Research in NYC was the first speaker to share some of her ideas related to the Occupy Wall Street movement and its parallel to the Solidarity movement initiated in Poland as a result of the communist regime.

Are these manifestations capable of creating change? According to Matynia, the Occupy Wall Street movement, overwhelmingly humanitarian and powerful in nature, is trying very hard to be all-inclusive with regards to the issues it pursues and its membership. It is also surprisingly analogous to other movements such as the Solidarność in Poland or the reaction to apartheid in South Africa. When the good of society is at stake, the system reveals itself to be nothing but anti-democratic and to be working completely against the original values that comprised for the American dream ideal. There is no longer liberty and justice for all, nor is hard work paying off. In fact, according to Professor Matynia, ¨in the US, student debt is now almost twice as much as credit card consumer debt!¨ The ¨moral bankruptcy¨, of the system, as Matynia calls it, that is taking place in the US is very much similar to the privatization of nomenclature once communism collapsed. Both manifestations pursue the same objective: to create a government accountable to the people.


Jordi Vaquer i Fanés, the Director for the Barcelona Center for International Affairs, was the second speaker invited to take part in this session. Similar to Matynia, he described the present situation to be a ¨bubbling up of subterranean movements¨ that has been taking place not only in Spain and the US, but also in Italy, Chile, Mexico, the UK, Israel, etc. He mentions key factors that in his opinion have lead to this popular outbreak or ¨outrage¨, hence the word indignados. One of them is the rise of xenophobic populism; another is the fact that mainstream politics offer no real alternatives for the people. ¨Governments change, but the policies don´t¨, he says. People have become merchandise for bankers, politicians, and corporations. Levels of disappointment and moral outrage are sky high and the 15 Indignados movements that have been created demand the system to stop austerity by providing democratic renewal, greater political transparency, and better control of finances, housing and mortgage rights, and lower university tuition fares, among other things.

Contrary to other movements, the Indignados, according to Vaquer i Fanés, has been effective not only because of its message and ability to communicate, but because this movement preaches by ACTION, directly targets corporations (not politicians), and reflects a transnational inspiration. He believes this movement will make a difference in contributing to the austerity and growth debate, the revitalization of democracy, the changed relation between the media and political discourse, and the incorporation of new agenda issues, among other things.


Last but not least, Jacek Żakowski, an eminent Polish intellectual and journalist, was the third speaker to expand on this topic. His contribution was more inclined to analyzing these movements from a social and moral perspective. He described the present situation as being an ¨inter-generation conflict, not fully about freedom or money, but more so about the dignity of the young generation¨.  The journalist created a parallel between the younger generations, and the baby boomers, which account for one third of the population. For ¨us¨, he says, referring to baby boomers, good jobs, full-circumstance employment, and housing were provided for those who worked hard, while the younger generation does not have these opportunities. In Poland, for example, he described the youth as being European as well as Polish, and anti-Catholic, or non-church practitioners- something completely different than what the baby boomer generation stood for. ¨30% of this youth¨, he says, ¨will leave Poland in the next 10 years¨. ¨The worst thing of all is that this doesn´t necessarily mean they will have a better economic life, although they will opt to staying abroad, because their quality of life will probably be better than in their homeland¨.

What does the future hold for our decaying democratic capitalist system and the movements created in search of its transformation? Nothing is certain, although one thing is for probable: these movements have initiated a global outraged reaction that will, with time (probably lots of it), and hope, contribute to an international reform to place middle class citizens´ rights as a priority for all.  

Una mirada al mundo