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El lugar se llama Once in Nature y yace cerquita del pueblo Dharamkot, en el norte de la India. Llevo dos semanas viviendo cerca de este espacio que es una especie de café, restaurante y jangueo nocturno, donde está prohibido tomar alcohol (como en muchos otros lugares de India). Hasta ayer no lo había visitado, pero aproveché el fin de semana que tengo libre del curso de yoga que hago durante este mes para adentrarme en los montes himalayos y conocer Once in Nature. Particularmente ayer valía la pena hacerlo, pues se había anunciado que harían un baile meditativo y organizamos ir con todo el grupo de compañeros y futuros maestros/as de yoga.
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Finalmente, ya al tope del monte, me crucé con un espacio abierto donde un grupo de niños locales jugaba cricket. Al costado observé sembrados de maíz, cáñamo, pinos y otros árboles endémicos. Las nubes me arropaban. Decidí subir con dos amigos al tope de una roca. Más tarde bailamos música trans mientras un saddhu cantaba mantras en una tarima, tomamos té de especias, batidas de frutas, picamos platos tibetanos veganos y conocimos gente local super interesante. Desde gurus, yogis, hasta músicos, otros turistas de Israel, indios que vacacionaban por la zona y locales hospitalarios e interesados en compartir experiencias con nosotros.
Cada día en este lugar es una aventura. La escuela de yoga a la que le dedico doce horas al día, es intensa. Se suda, se esfuerza tanto el cuerpo como la mente y sobre todo, se aprende muchísimo. Pasan los días y se torna difícil traducir cada experiencia a palabras. Esta semana facilité mi primera clase de yoga en sanscrito (uno de los idiomas más antiguos del mundo), hice también tai-chi por primera vez, me adentré más en la filosofía védica y la anatomía del cuerpo, conocí otras técnicas de meditaciones activas y pasivas, me aproximé al desapego de ataduras materiales y espirituales y sobre todo- me acordé de ser siempre agradecida. Yoga es un camino de optimismo, de salud, de paz, de transformación. Hacer una práctica intensa durante cuarenta días y sobre todo en India, requiere de una gran dosis de control, disciplina, aceptación, dedicación y aprender a estar cómodo/a sobre todo en momentos de gran incomodidad. Cada postura, cada respiración se trata de eso mismo: aceptar, agradecer y encontrar la paz en medio del caos y de la inconveniencia y el estorbo.
Una metáfora de la vida misma...
Una metáfora de la vida misma...
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