La obsesión por la estética y la tendencia al hedonismo ha existido siempre a través de la historia y en cada sociedad. Los romanos se saciaban hasta las narices de suculentos banquetes, satisfacían sus fantasías sexuales en orgías y luego entre pecho y espalda y con la ayuda de una pluma de pavo real, acudían al vomitarium para vaciar sus tragaderas y continuar complaciéndose. También consideraban la prostitución como un bien social. A principios de siglo, en otra parte del mundo, los japoneses adiestraban en las artes y el entretenimiento a jóvenes hermosas llamadas geishas, con tal de satisfacer los placeres más burgueses.
En la India se ha practicado el Kama Sutra con el mismo fin hedonista. Y así por el estilo... El culto al placer continúa ejerciéndose desmedidamente en la actualidad. Cada vez vemos más medios de libertinaje desprendido y sus derivaciones. Sexo. Abuso de sustancias. Obesidad. Consumerismo. Religión. Violencia. Venganza.
Hace algunas semanas comencé a releer ¨El retrato de Dorian Gray¨ de Oscar Wilde, motivada principalmente por una canción que le dedica Soda Estereo. Difícil se me ha hecho soltar el libro, sobre todo porque es la muestra más fehaciente de este tema que ha comenzado a interesarme cada vez más: la búsqueda obsesiva por la belleza y el placer. Como seres vivientes muy simples en naturaleza, pero que se tornan complicados por las realidades que les rodean, es lo más natural del mundo querer sentir placer. Comprarnos algo en las tiendas aunque no tengamos el presupuesto para hacerlo, fumar un cigarro o dos al terminar un día de trabajo a pesar de tener tos, querer repetidamente a alguien que no nos quiere, deleitar una botella de buen vino y luego otra, aunque tengamos que trabajar al día siguiente... Habrá quienes piensan que son todos placeres saludables. Pero, ¿hasta qué punto es sano sucumbir al deleite no-racional? ¿Cuándo comienza a convertirse en hedonismo la búsqueda de placer? Y, ¿cuándo y cómo debemos decir que no? En palabras de Oscar Wilde, ¨la única manera de librarse de la tentación es caer en ella. Si uno resiste, el alma queda afectado por el deseo de cosas que ella misma se ha prohibido¨.
Vemos esta búsqueda obsesiva por la auto estética y el hedonismo de manera empalagosa en ¨El retrato de Dorian Gray¨, considerada una de las últimas obras clásicas de la novela de terror gótica con una fuerte temática faustiana. En ella vemos a un pintor que se obsesiona y encapricha con su modelo, un joven chico narcicista llamado Dorian Gray. El joven, que en un principio representa la pureza e inocencia, va trasformándose a lo largo de la historia en una personificación hedonista y auto-destructiva. El pintor, por su parte, cree que gracias a Dorian ha descubierto una nueva forma de arte, mientras éste comienza a entablar una relación con otro interesante personaje y encarnación perfecta del hedonismo, Lord Henry.
Su filosofía consiste en la siguiente frase- "lo único que vale la pena en la vida es la belleza, y la satisfacción de los sentidos". Al darse cuenta de que un día su belleza se desvanecerá, Dorian desea tener siempre la edad de cuando le pintó en el cuadro Basil. El deseo de Dorian se cumple, mientras él mantiene para siempre la misma apariencia del cuadro, la figura retratada envejece por él. Su búsqueda del placer lo lleva a una serie de actos de libertinaje y perversión; pero el retrato sirve como un recordatorio de los efectos de cada uno de los actos cometidos sobre su alma, con cada pecado la figura se va desfigurando y envejeciendo...
Hace unos días vi una película en la que se refleja a otro personaje, mito del placer, el erotismo y la consecuente tragedia. Se trata de Marilyn Monroe, interpretada por la bella y talentosa, Michelle Williams. Esa voz de niña inocente proveniente del sur de los Estados Unidos enmascaraba, sin duda, una complicada niñez y un gran vacío que intentaba llenarse con la búsqueda del placer. Sus extremadamente cortos y apasionantes matrimonios, relaciones con el poder y la fama y el abuso de sustancias llenaron los días de Miss Monroe, hasta llevarla a la muerte, quién sabe a manos de quien. El tema del hedonismo como eje de la vida y el culto apasionado a la belleza y a la juventud como móviles del individuo la caracterizó y convirtió en icono de los años 50 y 60.
Dos casos de búsqueda obsesiva de belleza y placer, y tragedia personificada.
Somos todos víctimas del estado natural que conlleva ser seres vivientes y no robots que viven para trabajar y también disfrutar del placer.
¿Significa esto que, por tanto, también somos todos víctimas del hedonismo? Y, si ¨los placeres son el último refugio de los seres complicados¨, como dice Wilde, entonces, ¿dónde podremos encontrar cobijo sino en ellos?
No hay comentarios:
Publicar un comentario