Reciente controversia afecta vida y obra de Ryszard Kapuściński (2010)



La muerte del periodista no ha hecho más que acentuar el mito y la leyenda que lo rodeó. "Kapuściński se había convertido ya en vida en un mito, una figura intocable, un maestro cuyas enseñanzas corrían el riesgo de ser malinterpretadas como plagiadas por ejércitos de epígonos, discípulos e imitadores" .

En marzo de 2010 su nombre volvió a aparecer en los medios y produjo un fuerte eco en la prensa europea e internacional. La razón fue un gran debate que rodea la reciente publicación de la biografía del fenecido periodista, escrita por uno de sus alumnos, Artur Domoslawski, quien conoció a Kapuściński durante sus últimos nueve años de vida y compartió una relación amistosa con él. El asunto se ha tornado polémico ya que la biografía titulada Kapuściński Non-Fiction. El hombre, el reportero y su tiempo publicada por la Editorial Swiat Ksiazki, incluye una serie de acusaciones que Domoslawski hace en contra del autor de Ébano. Entre otras cosas lo inculpa de haber colaborado como espía para los servicios secretos comunistas de Polonia, haber exagerado la realidad de sus historias y mantenido aventuras eróticas con varias mujeres mientras trabajaba en el extranjero.

Domoslawski, quien es corresponsal de la Gazeta Wyborcza , el periódico más leído en Polonia y el mismo diario donde Kapuściński colaboró y publicó sus principales crónicas, se dedicó durante los últimos dos años y medio a recorrer los pasos del fenecido periodista en los países donde laboró como corresponsal, entrevistando a decenas de personas que estuvieron en contacto con él durante estos recorridos. Fue precisamente durante estos viajes a Uganda, Angola, Etiopía, México y Bolivia, entre otros países, que Domoslawski encontró polémicas incongruencias en la vida y obra de Kapuściński. Su libro pretende, entre otras cosas, desmitificar la figura heroica de quien según él, para lograr ser escuchado en el mundo, creó una leyenda de sí mismo.

Domoslawski entiende que en varias ocasiones el autor de El Emperador, quien se auto-proclamó ¨testigo del siglo XX¨, exageraba la realidad en sus crónicas para provocar curiosidad y hacer que sus lectores le prestaran mayor atención. Lo acusa de desorbitar situaciones y por tanto, prefiere ubicar algunas de sus obras como El emperador en la sección de ¨literatura¨ de su biblioteca, en lugar de la de ¨periodismo¨. En una entrevista con la periodista Beatriz Burgos de la revista chilena El sábado, el biógrafo ahonda sobre las incongruencias que aparece en una de las obras kapuścińskianas más reconocidas.

El más famoso libro de Kapuściński, El Emperador, sobre Haile Selassie, el emperador de Etiopía, no lo podemos considerar un ejemplo de periodismo clásico. Los cortesanos de Selassie no hablaban en el lenguaje barroco antiguo con frases muy pensadas que ¨Kapu¨ presenta. Hay que verlo como un texto de similar impacto en la literatura universal al de El Príncipe, de Maquiavelo, que fue un libro de un pensador para un príncipe sobre cómo manejar el poder en el siglo XVI. El libro de Kapuściński es una descripción crítica, irónica sobre los mecanismos del poder. Entonces desprestigiar El Emperador como una invención es una tontería. Para un manual de periodismo no sirve, pero como un libro para entender cómo funciona el poder, sí .

Otro de los criticables que encontró en esta obra es la falta de certeza en cuanto a los informadores de «Kapu», que eran los ex dignatarios de la corte imperial del Emperador y a quienes presuntamente entrevistó durante varios meses. Domoslawski asegura que no existe evidencia concreta sobre la identidad de estas personas, quiénes fueron, cuántos fueron, ni siquiera si verdaderamente existieron.

En aquella época existía la tendencia en el periodismo polaco a cambiar ciertos detalles o incluso a crear un personaje ficticio compuesto de varias personas reales para no comprometer a las fuentes o para expresar ¨una verdad más alta¨ .

Como biógrafo de «Kapu» el autor se propuso reconstruir la vida de una figura que para muchos se ha considerado un mito del periodismo. Quiso mostrar cómo Kapuściński no siempre respetó las divisiones de género entre periodismo y literatura ni tampoco llevó una vida de héroe, como sostienen muchas personas. En la obra se narran las circunstancias en las que el periodista afrontó la guerra y ocupación nazi junto a su familia desde una muy temprana edad desarrollando en él una fuerte ligazón con personas y naciones que han padecido similares desventajas socio-políticas. Domoslawski recuerda cuando en una de sus conversaciones con «Kapu» hablaron sobre la masacre de Tlatelolco en la Ciudad de México y el periodista le mencionó que había sido testigo presencial de la misma. Sin embargo, años después, mientras preparaba la investigación para su biografía, el autor descubrió que Kapuściński había llegado a México un mes después del evento.

Yo creo que en estos casos sucede un fenómeno de identificación sicológica. Es muy fácil, como ser humano, identificarse con el ambiente de un país en un momento de tensión o de tragedia. Después de un tiempo uno puede creer en la fabulación de uno mismo .

No hay duda alguna de que Kapuściński se identificaba completamente con los infortunados. Sentía un lazo emocional con los otros. En numerosas ocasiones expresó que el tema de su vida eran los pobres y que su misión como periodista era dar voz a estas personas que no la tenían. Sin embargo, las acusaciones de Domoslawski provocan un sentimiento de duda en torno a la relación que mantenía el periodista con sus informantes y el valor de su obra en general. En otra nota el autor acusa a Kapuściński de haber fabulado otros asuntos como por ejemplo el haber conocido a Ché Guevara. Los lectores de la obra kapuścińskiana saben que el periodista solía asociarse de primera mano con las personas sobre las que escribía. Llegó a conocer personalmente a grandes líderes como Idi Amín, Salvador Allende, o Patrice Lumumba, entre otros. Sin embargo, su relación con el Ché es un asunto que se ve cuestionado. Según Domoslawski, no se ha encontrado ninguna evidencia que estipule que «Kapu» haya conocido al Ché, aunque él tenía "una manera de no desmentir ese mito ". Una de las editoriales que interpretó su obra publicó en portada que Kapuściński había estado junto al Ché. Según Domoslawski éste nunca lo negó. Lo cierto es que el autor de Ébano recorrió el camino del Ché meses después de su muerte y tradujo su diario al polaco. Otra de las grandes acusaciones que aparecen en las páginas de Kapuściński Non-Fiction contra el periodista es su supuesto rol como espía para la policía secreta soviética y su participación dentro del Partido Comunista del país. "Era un true believer del sistema, un joven militante estalinista, poeta del estilo socialista-realista y reportero propagandista. La mayor parte de su vida Kapuściński fue miembro del Partido: era un periodista oficial" .

En las páginas de la biografía el autor explica la complicidad de Kapuściński dentro de la red del partido comunista y revela que él en varias ocasiones fue testigo de las colaboraciones que enviaba desde América Latina a la Inteligencia Polaca. Sin embargo, Domoslawski expresa que aunque el periodista colaboraba con la Inteligencia que era un organismo que existía fuera de Polonia, "no hizo daño a nadie, no denunció a nadie, ni lastimó a ninguna persona" . Dijo además que sus colaboraciones no eran significativas, sino más bien se trataban de análisis políticos de las situaciones en los países del Tercer Mundo donde trabajaba.
Cuando Alicja Kapuściński, la viuda del periodista, fue interrogada sobre el rol específico de su esposo en la policía secreta polaca, ella aseguró que Kapuściński no había sido espía, sin embargo, para poder viajar fuera del territorio soviético en aquella época era obligatorio firmar un acuerdo colaborativo con esta organización secreta. Sostiene que fue el precio que tuvo que pagar su marido para recorrer todos esos destinos y narrar sobre la vida al otro lado del mundo. De no haber firmado ese documento de cooperación con el régimen, el legado de Kapuściński posiblemente no habría existido.

A raíz de esta controversia, Alicja se ha visto implicada en una trifulca legal en contra del autor de Kapuściński Non-Fiction cuando solicitó al tribunal civil de Varsovia que se detuviera la difusión del libro de Domoslawski. Según ella, la biografía denigra e infama la imagen de quien muchos consideran el mejor cronista del siglo XX. La corte denegó esta petición y Alicja, quien inicialmente le había permitido al biógrafo a acceder a los apuntes y archivos más íntimos de su esposo, ha apelado a la corte suprema. El biógrafo se mostró sorprendido ante la reacción de la esposa del autor de El Emperador y cree que pudo deberse específicamente a los pasajes de su libro que hacen mención a su posible colaboración con la Inteligencia polaca. Domoslawski señaló a la prensa que basó esta acusación en documentos que consiguió del Instituto Polaco para la Memoria Nacional, una entidad que se ocupa de almacenar archivos sobre los delitos cometidos en el país durante las invasiones nazis y soviética.

Lo curioso de esta polémica es que ambos periodistas comparten grandes similitudes. Primero habían trabajado como corresponsales en América Latina y sentían gran amor por el continente, y segundo, compartían una visión del mundo tomada desde la perspectiva de los habitantes en países en vías de desarrollo. Además, según el biógrafo, eran "amigos", algo que resulta extraño y difícil de comprender dado el tono entre calumnioso y difamatorio que se evidencia en su libro. Los ataques de Domoslawski en contra de Kapuściński son severos. Lo acusa, entre otras cosas, de poseer una sonrisa de doble filo que le "permitía acceder a alguna información" .
La publicación del primer libro de Domoslawski que cuenta con más de 500 páginas, figura como la cuarta biografía escrita sobre Ryszard Kapuściński, sin embargo, la única que ha generado semejante ola de controversia en torno a la reputación del cronista. Por mantener una relación estrecha como discípulo del periodista, el autor de la obra se halla entre una de las pocas personas que obtuvieron acceso directo a las notas personales y a la biblioteca de Kapuściński. Consideraba al cronista como su mentor y maestro y por esta razón decidió, después de su muerte, emprender la tarea de redactar su biografía, aunque nunca antes había discutido la idea con Kapuściński. Según él, en el momento de escribir, se topó con un dilema moral y se preguntó las siguientes interrogantes: ¿Voy a revelar todo lo que descubra como reportero de investigación o escribiré las cosas favorables a Kapu, escondiendo las desfavorables?

La publicación de Kapuściński Non-Fiction no sólo revela muchos supuestos tabúes sobre la vida del fenecido periodista, sino también pone en juego su credibilidad y ética periodística. No hay duda de que el periodismo de ¨Kapu¨ fusiona elementos literarios que pertenecen a otros géneros como lo son el realismo mágico o la poesía, sin embargo, es conveniente evaluar si estas acusaciones están basadas en verdaderas razones de peso. No es la primera vez que surgen críticas fuertes hacia el "cronista de los conflictos que nadie describía" y posiblemente tampoco será la última. Lo que no cabe duda es que para muchos «Kapu» figura entre los mejores periodistas del mundo moderno, su metodología de observación participante y su trayectoria profesional lo han convertido en pionero del periodismo in situ. Kapuściński fue capaz de convertir la humilde labor del reporterismo en un verdadero arte. Experimentó con un nuevo tipo de periodismo que no se limitaba a meros datos y fechas, sino a fusionar elementos de la literatura para enriquecer historias ya de por sí significativas en la desarrollo de la historia del siglo XX.

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