Una nueva aventura


Se acerca la fecha para irme de aventura una vez más. Esta vez me he decidido por un nuevo destino, casi tan indescifrable o tal vez incluso más que mi amada India. Una tierra donde habita la mayor cantidad de millonarios en el mundo, donde existen más ciudades con poblaciones que exceden un millón de habitantes, donde reside la mayor proporción de usuarios de internet y la tierra con el mayor número de rascacielos que cualquier otra nación en el planeta. Voy donde se manufacturan todos los productos que puedes conseguir en una farmacia, donde coexiste una infinidad de subculturas, dialectos, legados culturales y gastronomías- algunas de las más inimaginables.
Un enigma de país que pocos comprenden y muchos estereotipan, a la vez que se fascinan por su cultura y conciernen por otras cuestiones como el tema de derechos humanos.
He comenzado a leer "China in the 21st Century. What everyone needs to know", una obra de Jeffrey N. Wasserstrim, un profesor de historia de la Universidad de California. El libro intenta resumir los principales hitos históricos y culturales de este intrínseco país. Cada tema se presenta en forma de pregunta y el cuerpo del texto de no más de dos párrafos, intenta contestarla. Mientras más leo, menos entiendo. Hasta ahora lo poco que he absorbido han sido dos figuras principales que todo viajero de camino a China debe conocer: Confucio y Mao Zedung.
Comencemos por el primero, un filósofo más que cualquier otra cosa, cuya obra irónicamente no llegó a conocerse y popularizarse hasta después de su muerte en 479 b.c. El único texto que escribió fue Analectos, una obra que resume su pensamiento. Creía Confucio que los seres humanos son todos buenos y similares al nacer y no es hasta las primeras etapas de aprendizaje que nos contaminamos. Su filosofía está centrada en el orden social y cuatro relaciones que deben fomentarse para lograr este equilibrio.
Primero, entre mandatario y pueblo; segundo, entre padre e hijo; tercero, entre hermano mayor y hermano menor y, por último, entre marido y mujer. Le correspondía al más poderoso proteger al más débil, mientras que éste último debía responder con obediencia. Los roles sociales lo eran todo para Confucio.
El modelo de benevolencia paternal entre rey y pueblo ha convertido a Confucio y su pensamiento en una especie de símbolo de China. Sin embargo, esta corriente no es apoyada en todo el país, ya que los daoístas como también los comunistas respaldan un modelo más egalitario y rechazan éste por ser completamente jerárquico.
Según el libro, existen tres religiones principales en China: Confucianismo, Daoísmo y Budismo- aunque esto podría debatirse por ser estas tres más filosofías que otra cosa. Dice el autor que los chinos fluctúan entre estas tres corrientes espirituales dependiendo del contexto en que se encuentren y la necesidad que tengan.
Mao Zedong, el líder supremo de la China comunista, por otra parte, enfatizaba su versión de la tradición marxista. Creía en la construcción de una sociedad socialista armoniosa y la promoción de equidad y justicia entre sus miembros. Es decir, lo contrario al modelo paternalista de Confucio.
El libro entra en detalle de cada dinastía gobernante en China, las relaciones sociales desde el feudalismo hasta hoy día bajo el comunismo, la producción y exportación de té y opio- dos productos inexorables, la Revolución Cultural, el sin número de guerras y batallas que ha sufrido el país, y el más reciente deseo por desarrollar un sentimiento democrático. Sobre Mao menciona que fue responsable por la muerte de 70 millones de personas, una cantidad mayor a cualquier otro líder en la historia.
En tres meses me embarco en una nueva aventura. Un país con tanto echo en el mundo, pero tan poco comprendido entre extranjeros, me espera: China.

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