Desapego



"En todas las almas, como en todas las casas, además de fachada, 
hay un interior escondido"
Raul Brandāo

Cayó el sol a sus espaldas. 
No se fijó siquiera en los colores del cielo ni en mirar para atrás. 
Se había despedido sin remilgos y su camino era recto. 
Sentía vergűenza delante de aquella muchedumbre. 
Cuánta preparación, cuántos deseos habían compartido.

La conexión que los había unido durante medio año se iba desvaneciendo y estropeando con el paso de cada minuto. 
¿Porqué tenía que ser siempre así?, se preguntaba.
 Si cuando estaban solos, todo era perfecto. 
Nuestra burbuja de placenta, le llamaba él. Sin embargo, delante de otros ya eran varias las ocasiones en que se transformaba en otro. 
No lo aceptaría más y por ello decidió marcharse. 
Abandonó aquella reunion, que en realidad, se había organizado  para ella.

Se topó con muchas piedras en la senda. Era difícil esquivarlas. 
Sobre el hombro llevaba un bolso enorme de la FNAC que había comprado años atrás en Barcelona. Ahora aquella tela solo arropaba los restos de sus 29. 
En la mano, una lata de cerveza caliente. 
Bañada en sudor caminaba, determinada y deseando sentir hálito. 
Concentrada en la pena que sentía, no se detuvo a mirar sus aledaños. 
Aquellos jardines que hace unos meses yacían muertos bajo la nieve, 
ahora daban abundantes frutos.
 Rosas fucsia pequeñitas susurraban al costado de cerezales, manzanos y suntuosos arbustos. 

Finalmente llegó a su destino. Aquel pequeño apartamento donde vivía. 
Encendió la luz y vio que tenía los pies cubiertos de barro y tierra. 
La pedicura que llevaba se le había hecho mierda. 
Sumida en un gran sentimiento de frustración y coraje, decidió que las cosas tenían que cambiar. 
Nadie la había seguido, ni siquiera mitad del camino... ¡ni una cuarta parte! 
Había vuelto sola. 
Y comprendió en ese instante, más que nunca, que sola tendría que continuar. 
Que aún faltaba mucho por recorrer.



No hay comentarios:

Publicar un comentario


Una mirada al mundo