El periodismo collage de Kapuściński


(Solo una introducción)
La mayoría de los seguidores de la obra kapuścińskiana reconoce que la creación literaria del periodista es heterogénea, difícil de definir y combina una amalgama interdisciplinaria de géneros. Si analizamos el conjunto de la obra, resulta evidente que el autor muestra una extraordinaria capacidad para pensar y estructurar cada uno de sus textos. "La planificación de los libros constituye un tema muy importante dentro del desarrollo creador de nuestro autor ". No existe ninguno que sea igual al anterior. Su intuición de periodista-antropólogo, combinado con su pasión poética y su formación de historiador ponen en evidencia esta amalgama de géneros que se exploran en sus textos. Sin embargo, a pesar de dicha interdisciplinariedad existe un hilo conductor, una continuidad en el pensamiento y una lógica natural en la filosofía de de la obra kapuścińskiana que constantemente hace preguntas al mundo y va tejiendo pedazos de la realidad que nos rodea. Esa continuidad y lógica natural de su pensamiento le permite al autor reinterpretar la imagen que formuló a sus respuestas originales, creando una especie de análisis perpetuo del mundo que observa y en el que participa. De esta manera, el autor pone en evidencia su genuino interés por participar en la documentación y posterior liberación del mundo del siglo XX que continuamente va evolucionando.

La obra Kapuściński se considera un collage primeramente porque es interdisciplinaria, igual que su autor, quien además de escribir reportajes, captaba la multi-dimensionalidad de la realidad por medio de sus apuntes, su sensibilidad poética y la fotografía. Esta última tarea la valoraba como un pasatiempo artístico en lugar de un oficio periodístico, aunque es cierto que las primeras fotografías que tomó las enviaba a la Agencia para ilustrar sus reportajes. Un arte, pues, complementaba al otro y para Kapuściński la similitud entre tomar una buena foto y escribir un buen poema es enorme. Más tarde publicaría Una mirada a África, un libro fotográfico que recoge numerosas imágenes de sus años de recorrido por el continente y que pone en evidencia su interés por alejarse de los estereotipos y acercarse al otro desde otro ángulo no necesariamente periodístico.

A pesar de no dedicarse por completo ni a la poesía ni a la fotografía por las exigencias que debía asumir como corresponsal, ambos canales artísticos siempre le apasionaron. La fotografía representaba para él, otro canal para capturar y expresar la realidad que observaba y termina atrayéndole incluso más que el registro de los meros hechos. Las principales influencias interdisciplinarias en la obra kapuścińskiana, son pues, la fotografía y la poesía: dos artes que se complementan entre sí.

Periodismo y literatura



A pesar de caracterizarse por manejar dos corrientes diversas, la literatura y el periodismo comparten muchas características. Ambos tipos de escritura son creaciones artísticas asociadas con las letras y manejan nociones culturales y sociales que van cambiando dependiendo de la época de su creación. Para el profesor Fernando López Pan, esta esencia en común es la capacidad de ahondar en la condición humana. "El periodismo consiste en dar cuenta de la sociedad del presente, y de los asuntos que la afectan en un momento determinado" , expresa. En Literatura y periodismo, una tradición de relaciones promiscuas, Albert Chillón menciona dos definiciones del periodismo. La interpretación antigua consideraba la disciplina como "un oficio eminentemente práctico caracterizado por el dominio de un repertorio de habilidades técnicas aptas para capturar "la realidad" o "lo que pasa en la sociedad" y luego "reflejarlo objetivamente" en ese nítido espejo de los medios de comunicación". La más reciente, por otra parte, define el campo como: "una profesión intelectual cuya esencia interpretativa hace inevitable la integración dialéctica de la cultura y la capacidad de discernimiento crítico por un lado, y las habilidades expresivas y técnicas, por otro" .

Las nociones que definen el periodismo y la literatura y las fronteras entre ambos tipos de escritura se tornan cada vez más indescifrables. Mientras más la literatura se ajusta a la veracidad y la cotidianeidad de los tiempos, el periodismo va evolucionando hasta convertirse en un género más literario. Son tantos los escritores de ficción que comenzaron su carrera siendo reporteros y muchos los periodistas que optan por aislarse de los medios y difundir sus historias por medio de libros. Son precisamente estas historias las que adoptan elementos de la literatura y forman parte del movimiento del periodismo narrativo, periodismo de creación, realismo mágico, periodismo literario o nuevo periodismo. Sin importar el nombre que se le emplea, dicho género recoge una prosa creativa que ilustra eventos reales de la actualidad. Cumple además con un estilo, función, materia y epistemología diversa que el periodismo de prensa. Asimismo, dichas historias rechazan de manera evidente el modelo periodístico que narra hechos desde un punto de vista exclusivamente informático, expositorio y explanatorio. Merece la pena señalar cómo el Nuevo Periodismo constituye una perfecta amalgama en la que se combinan técnicas periodísticas tanto como literarias.

Al comenzar los años sesenta un nuevo y curioso concepto, lo bastante vivo como para inflamar los egos, había empezado a invadir los diminutos confines de la esfera profesional del reportaje. Este descubrimiento, modesto al principio, humilde, de hecho respetuoso, podríamos decir, consistiría en hacer posible un periodismo que… se leyera igual que una novela

Según Wolfe, el Nuevo Periodismo norteamericano cobró fuerza con reconocidas figuras como Truman Capote, John Sack, Hunter Thompson, Joan Didion, Rex Read y Norman Mailer, entre otros, quienes hacían que sus lectores, a través de un narrador, hablaran con sus personajes. Esta corriente, que originó la década de los 60, también se caracterizó por el empleo de escenas y diálogos y el uso de prosa persuasiva con estilo novelístico. El nuevo periodismo nunca se consideró un movimiento ya que carecía de una escuela, manifestantes y salones de reunión. Se trataba más bien de una reacción por parte de un grupo artístico que reflejó un aparente rechazo hacia las rígidas rutinas, técnicas y formas del periodismo del momento. Con la publicación de A sangre fría, por ejemplo, Capote anunció que se había salido fuera de los límites de la literatura y había llegado a crear un nuevo género: la novela de no-ficción. A pesar de haber empleado una metodología periodística, ya que dedicó cinco años a la investigación meticulosa del asesinato de la familia Clutter de Kansas, los elementos creativos del realismo mágico caracterizan la obra y la asemejan más al género literario.

Muchos de los autores que se adscriben al nuevo periodismo norteamericano escribían sus novelas a base de instinto, más que de teoría, e improvisaban con elementos inventados. Según Wolfe, "el diálogo realista capta al lector de forma más completa que cualquier otro procedimiento individual. Al mismo tiempo afirma y sitúa al personaje con mayor rapidez y eficacia que cualquier otro procedimiento" . El punto de vista narrado desde un protagonista-testigo en tercera persona fue otra técnica empleada por los exponentes de este nuevo género. Wolfe insistía en que el método "de presentar cada escena al lector a través de los ojos de un personaje particular, para dar al lector la sensación de estar metido en la piel del personaje y experimentar la realidad emotiva de la escena tal y como él la está experimentando" , aporta una forma realista a la historia. Estos autores no sólo experimentaban con elementos literarios y prosaicos, sino también con la gramática y puntuación para dar vida a sus personajes y al guión que creaban.

Descubrí que cosas como los signos de exclamación, las cursivas y los cambios bruscos (guiones) y las síncopas (puntos) contribuían a crear la ilusión de que una persona pensaba. Solía divertirme poniendo puntos suspensivos donde menos se esperaba, no al final de una frase sino en la mitad, para crear el efecto… de un ritmo discontinuo

En 1978, Kapuściński se auto-consideró un simpatizante del Nuevo Periodismo norteamericano, una corriente que definió como la narración de unos hechos reales caracterizados por el empleo de técnicas literarias de expresión. Consideraba el nuevo género como «periodismo libresco» y más tarde Hunter Thompson, uno de los principales exponentes de dicha corriente la definiría de la siguiente manera:

Un tipo de reporterismo consistente en sumergirse hasta la coronilla en los hechos y situaciones que el periodista quiere desentrañar. El reportero gonzo no sólo observa pacientemente o acompaña a los protagonistas de los acontecimientos- a la manera de James Agee- , sino que él mismo se convierte en un verdadero participante observador; desde el interior de la situación, es capaz de ofrecer después un relato que nace sobre todo de la propia experiencia .

La obra kapuścińskiana constituye un interesante estudio de caso para analizar y adentrarse en las técnicas del neo-periodismo por varias razones. En primer lugar su periodismo abarca una amplia gama de temas controversiales que comparte también con otros periodistas literarios norteamericanos. Aplicó a dichos temas de no-ficción, técnicas de la escritura de ficción, un fuerte voz de narrador testigo que discute con el lector sus pensamientos y sentimientos internos, evaluaciones subjetivas de protagonistas y hechos reales del mundo social y político, personajes compuestos (formados de más de una persona), citas directas, diálogos y la cobertura de hechos, en su mayoría, indocumentados. Similarmente a otros periodistas literarios, Kapuściński utiliza el modelo cuentista de la narrativa y otras técnicas estilísticas asociadas usualmente en la escritura de ficción.

La manipulación de la información en los medios y la censura política



Por ser propulsor de la ética periodística, a Ryszard Kapuściński le preocupaba sobremanera la manipulación de la información generada por la prensa. Además, le alarmaba la percepción del Otro que algunos sistemas políticos han transformado en enemigo o amenaza del estado. Llamaba a este último, un “fenómeno culturalmente universal” que llevado a un extremo se manifestaba en forma de políticas de segregación y racismo, como el apartheid, o peor aún, el genocidio. Según el periodista, el siglo XX se caracterizó, entre otras cosas, por dominios políticos de odio y de rechazo hacia el Otro, como el nacionalismo, fascismo, estalinismo y el racismo que causaron efectos monstruosos para cientos de millones de personas.
Como corresponsal de la Agencia Polaca de Noticias durante casi tres décadas, el periodista pudo presenciar de primera mano algunos de los numerosos acontecimientos sociopolíticos que se llevaron a cabo en la segunda mitad del siglo XX. Aunque no estuvo presente en todos los sucesos que se mencionarán a continuación, el periodista enumera nueve principales episodios de genocidio que se efectuaron en diversos países durante el siglo XX, muchos de los cuales han sido ignorados por los medios de comunicación. Según Kapuściński, dicha época analizada en términos generales, ha sido considerado un periodo afligido por dos guerras mundiales y donde han gobernado dos regímenes totalitarios: el fascismo y el comunismo. Sin embargo, considera que los medios hasta cierto punto ignoran esta realidad, solo para exaltar otros dos acontecimientos, primero en los campos de concentración del Holocausto judío, y segundo, con la bomba nuclear en Hiroshima y en ninguna parte se encuentra evidencia de la gravedad de los efectos producidos por esta larga, la genocida que exterminó grupos étnicos de tantos países.

A pesar de haber sido perpetrados durante la era contemporánea en las más diversas sociedades y culturas, por gobiernos en legal ejercicio del poder y tras campañas cuidadosamente organizadas que presentaban a las futuras víctimas como “enemigos del pueblo”, los genocidios son percibidos como hechos aislados e irracionales, sin vinculaciones mutuas, en un mundo sobre informado y bajo vigilancia .

El periodista opinó que los daños causados y las vidas que se cobraron en estos acontecimientos fueron incluso mayores que en las dos guerras mundiales. El problema surge entonces con la visión reduccionista de la realidad del mundo que se ve reflejada en los medios de comunicación. Kapuściński solía decir que “en una dictadura, se recurre a la censura; en una democracia, a la manipulación" .
El periodista argumentaba que existen diferentes modalidades de manipulación en la prensa internacional. En los periódicos, por ejemplo, la información que se escoge para publicar, el lugar donde se elige, el título que se le da a la información y el espacio dedicado a un acontecimiento en particular, representan una prioridad mediática. En lugar de mentir, muchos medios se limitan a no decir la verdad u omitir informaciones. "Los temas principales que dan vida a las «noticias del día» deciden qué pensamos del mundo y cómo lo pensamos" . La influencia de los medios es tan inmensa en la mente de los ciudadanos que poseen acceso directo a ellos y agilizan la construcción de un mundo que en muchas ocasiones tiene que ver muy poco con la realidad que afrontamos.

Esta construcción de la opinión pública es profundizada en la teoría del agenda-setting postulada por Donald Shaw y Maxwell McCombs, que investiga cómo los medios de comunicación dan prioridad a la información y las historias que consideran atraerán más interés del público y el espacio y la importancia que se les otorga. Del mismo modo que los medios deciden dar más importancia a ciertos temas, también disponen excluir otros. Por tanto, existe una aparente correlación entre la agenda mediática y la agenda del público, que se ve moldeada directamente a través de la realidad reduccionista que reflejan los medios. Dicha teoría se originó con la hipótesis que los medios informativos no son el único factor que influye en la opinión del público hacia ciertas noticias, sin embargo sí condicionan al público sobre qué informaciones pensar.

El doble oficio de Kapuściński



En esta sección se analizará el oficio de periodista per se en la trayectoria del autor. Se mencionarán las razones por las cuales el autor desempeñó un doble rol durante su trayectoria profesional: primero como corresponsal y más tarde como autor de una veintena de obras. Por una parte las condiciones como periodista corresponsal le permitían la oportunidad de viajar y conocer el mundo fuera de las entrañas del censurado régimen soviético en Polonia. Sin embargo, el periodismo que ejercía para la Agencia Polaca de Prensa no le satisfacía a nivel creativo ni le proporcionaban las posibilidades de plasmar la verdadera realidad de los países donde se encontraba. Los telegramas que enviaba a Varsovia se limitaban a unas pocas palabras, razón por la cual el autor optó por ejercer además de la corresponsalía, el rol como escritor de un periodismo literario de carácter singular. En sus libros encontró un escape del periodismo de agencia en el que siguió las demandas de la integridad periodística a la vez que se podía permitir un espectro más amplio en cuanto al uso de técnicas literarias. Merece la pena señalar que Kapuściński además, trazaba una separación entre lo que escribía para sí: textos más creativos, heterogéneos, no-moldeables a un solo género--- y los textos de finalidad puramente periodística, que redactaba durante sus recorridos como corresponsal, combinando noticias de recortes de prensa y otras fuentes.

El escenario periodístico, pues, produce o resulta en el escenario literario del autor, ya que ofrecen a Kapuściński la oportunidad de ser testigo de los cambios sociales, políticos e históricos del mundo e incurrir en aventuras que jamás hubieran surgido bajo otras circunstancias. Su rol como corresponsal le acercó además al ideal de la revolución y los guerrilleros que combaten por un ideal y defienden su dignidad e independencia ante condiciones extremas de lucha y guerra. La corresponsalía le acerca, ante todo, al otro: ese personaje que tanto le apasiona que lucha por sobrevivir, en medio de la guerra y/o pobreza y casi nunca tiene voz propia. También se investigará la metodología reporteril que empleó y las técnicas que utilizó para acercarse a la realidad política y social de los países que visitaba.

Fue en África donde Kapuściński realmente se formó como corresponsal. Responsable de transmitir la información de cincuenta países a la vez durante un momento histórico único, el periodista rebosaba de historias interesantes para contar. Sin embargo, a diferencia de los reportajes que desarrolló mientras trabajaba como reportero principiante en Polonia y más tarde sus primeras crónicas africanas, los diez años como corresponsal en el extranjero se caracterizan por el dominio de otros géneros periodísticos menos personales, como el análisis de actualidad, artículos de opinión y los despachos de prensa. Muy poco de este material ha sido traducido, razón por la cual no será tratado en esta investigación. No obstante, es evidente que su trabajo como periodista de agencia cobró gran importancia, ya que durante esos años se desarrollaron todas las experiencias que aparecen grabadas décadas más tarde en sus libros.

El oficio: Actitudes, reforma y valorización




En este epígrafe se examinará la evolución del oficio del periodismo según el autor, además de su propia trayectoria. Kapuściński sostenía que uno de los principales cambios producidos con la llegada de la era digital ha sido la transformación del oficio periodístico y los cambios en actitudes y dirección mediática. La popularidad del trabajador de medios ha pasado a sustituir el rol del antiguo periodista, conocedor de la pluma y del territorio que cubría. El trabajador de medios en cambio ejerce múltiples roles dentro del negocio que manejan los administradores de los medios de comunicación. Según el autor la valoración de la información también ha evolucionado. Ahora en lugar de ir tras la verdad el media worker intenta competir por traer las noticias más solicitadas antes que sus contrincantes.

Es incuestionable que con la llegada de la nueva era tecnológica y la facilidad e inmediatez con que se transmite ahora la información, el oficio del periodismo ha evolucionado. Con la creación de nuevos y más avanzados medios, Kapuściński también sostenía que se había dado fin a los tiempos en que el periodismo era considerado una misión seria, prestigiosa -una "profesión reservada a los elegidos "- y no una carrera como cualquier otra. El periodista consideraba que éste constituía un cambio radical en la visión del oficio y la manera en que se ejecuta. Antes de la llegada del periodismo digital las escuelas que se dedicaban a adiestrar a los futuros profesionales del campo eran limitadas. Ahora, sin embargo, son cada vez más proliferadas las instituciones que se encargan de instruir a individuos que: “practican el periodismo sin estar identificados con esta profesión o sin haber decidido consagrarle plenamente sus vidas o lo mejor de sí mismos" .
El oficio del periodismo ha pasado a convertirse en un pasatiempo para muchas personas, incluso muchas que no han sido formadas o adiestradas en el campo. Tanto así que son cada vez menos las personas que entregan su cuerpo y alma a este oficio y que jamás pensarían en dedicarse a otra cosa. Las nuevas tecnologías no sólo han provocado un cambio considerable en la manera de ejercer el oficio, sino también en el valor de la información. A medida que se multiplican los medios, la información se convierte en un negocio, que en lugar de estar regido por una ética de autenticidad y veracidad, se somete a las leyes del mercado. Lo importante aparenta ser la creación de información que suscite el interés del público en masa y producir considerables ganancias para la industria.
En el pasado se consideraba a la prensa y otros medios por ser industrias éticamente conscientes y por mantener unas normas en cuanto a objetividad y veracidad, ahora "el precio de una información depende de la demanda, del interés que suscita ". Una vez los grandes capitales se vieron atraídos por los medios masivos, los antiguos periodistas, que dedicaban toda una vida a transmitir la verdad con su pluma, fueron sustituidos por hombres de negocios que administran las empresas de comunicaciones. Los antiguos y humildes despachos de prensa, emisoras de radio y canales de televisión que empleaban unos pocos pobres periodistas pasaron a convertirse en lujosos edificios bajo el mando de nuevos dueños capitalistas. "Los antiguos héroes del periodismo se han visto sustituidos por un impactante número de trabajadores de los medios, casi todos sumergidos en el anonimato ". Esta evolución es precisamente lo que Kapuściński consideraba otro cambio significativo de la nueva era tecnológica: la creación del media worker, o trabajador de medios.
A estas personas les encargan una encomienda principal: conseguir la noticia antes que su vecino. "El scoop o la muerte" . Sin importar la ocurrencia de otras noticias importantes que se estén llevando a cabo al mismo tiempo, el media worker, por lo general, va en busca de aquella información que atraiga la atención de la competencia mediática. La relación entre estos cazadores de noticias y sus jefes también es otro factor que con la introducción de las nuevas tecnologías se ha permutado. La inmediatez y rapidez para comunicarse con sus subalternos provoca que la voluntad e iniciativa propia de que disponen estas personas estén condicionadas. "La libertad del periodista está limitada por los intereses de la cabecera para la que trabaja" . El media worker se limita a seguir las órdenes de su supervisor, quien desde su oficina dispone de informaciones que provienen de diferentes fuentes y pide que éste las verifique desde el lugar de los hechos. Existe poco tiempo y autonomía para que el reportero vaya en busca de la verdad detrás de los hechos superficiales. En muchas ocasiones el media worker debe viajar a varios países durante un corto periodo de tiempo y cubrir numerosos conflictos sin necesariamente haber contado con el tiempo necesario para informarse acerca del lugar de los hechos.


Vivimos en un mundo paradójico. Por un lado, nos dicen que el desarrollo de los medios de comunicación unió entre sí a todas las regiones del planeta para formar una “aldea global” ; y por otra parte la temática internacional ocupa cada vez menos espacio en los medios, oculta por la información local, por los titulares sensacionalistas, por los chismes, el people y toda la información-mercancía .

Afortunadamente, Kapuściński sostenía que esta no es la realidad que circunda a todos los medios de comunicación. Creía que existían además de los medios-chatarra, otros diarios, emisoras de radio y televisión de calidad que se dedican a difundir noticias manteniendo una honesta ética de trabajo y de la profesión. No se debe negar que al lado de los mediocres media workers, aún existen periodistas de gran envergadura, sacrificados y dedicados a su trabajo. Sin embargo no cabe duda que cada día escasean más los medios que profundizan en el periodismo de investigación y difunden historias de carácter reflexivo.

Reciente controversia afecta vida y obra de Ryszard Kapuściński (2010)



La muerte del periodista no ha hecho más que acentuar el mito y la leyenda que lo rodeó. "Kapuściński se había convertido ya en vida en un mito, una figura intocable, un maestro cuyas enseñanzas corrían el riesgo de ser malinterpretadas como plagiadas por ejércitos de epígonos, discípulos e imitadores" .

En marzo de 2010 su nombre volvió a aparecer en los medios y produjo un fuerte eco en la prensa europea e internacional. La razón fue un gran debate que rodea la reciente publicación de la biografía del fenecido periodista, escrita por uno de sus alumnos, Artur Domoslawski, quien conoció a Kapuściński durante sus últimos nueve años de vida y compartió una relación amistosa con él. El asunto se ha tornado polémico ya que la biografía titulada Kapuściński Non-Fiction. El hombre, el reportero y su tiempo publicada por la Editorial Swiat Ksiazki, incluye una serie de acusaciones que Domoslawski hace en contra del autor de Ébano. Entre otras cosas lo inculpa de haber colaborado como espía para los servicios secretos comunistas de Polonia, haber exagerado la realidad de sus historias y mantenido aventuras eróticas con varias mujeres mientras trabajaba en el extranjero.

Domoslawski, quien es corresponsal de la Gazeta Wyborcza , el periódico más leído en Polonia y el mismo diario donde Kapuściński colaboró y publicó sus principales crónicas, se dedicó durante los últimos dos años y medio a recorrer los pasos del fenecido periodista en los países donde laboró como corresponsal, entrevistando a decenas de personas que estuvieron en contacto con él durante estos recorridos. Fue precisamente durante estos viajes a Uganda, Angola, Etiopía, México y Bolivia, entre otros países, que Domoslawski encontró polémicas incongruencias en la vida y obra de Kapuściński. Su libro pretende, entre otras cosas, desmitificar la figura heroica de quien según él, para lograr ser escuchado en el mundo, creó una leyenda de sí mismo.

Domoslawski entiende que en varias ocasiones el autor de El Emperador, quien se auto-proclamó ¨testigo del siglo XX¨, exageraba la realidad en sus crónicas para provocar curiosidad y hacer que sus lectores le prestaran mayor atención. Lo acusa de desorbitar situaciones y por tanto, prefiere ubicar algunas de sus obras como El emperador en la sección de ¨literatura¨ de su biblioteca, en lugar de la de ¨periodismo¨. En una entrevista con la periodista Beatriz Burgos de la revista chilena El sábado, el biógrafo ahonda sobre las incongruencias que aparece en una de las obras kapuścińskianas más reconocidas.

El más famoso libro de Kapuściński, El Emperador, sobre Haile Selassie, el emperador de Etiopía, no lo podemos considerar un ejemplo de periodismo clásico. Los cortesanos de Selassie no hablaban en el lenguaje barroco antiguo con frases muy pensadas que ¨Kapu¨ presenta. Hay que verlo como un texto de similar impacto en la literatura universal al de El Príncipe, de Maquiavelo, que fue un libro de un pensador para un príncipe sobre cómo manejar el poder en el siglo XVI. El libro de Kapuściński es una descripción crítica, irónica sobre los mecanismos del poder. Entonces desprestigiar El Emperador como una invención es una tontería. Para un manual de periodismo no sirve, pero como un libro para entender cómo funciona el poder, sí .

Otro de los criticables que encontró en esta obra es la falta de certeza en cuanto a los informadores de «Kapu», que eran los ex dignatarios de la corte imperial del Emperador y a quienes presuntamente entrevistó durante varios meses. Domoslawski asegura que no existe evidencia concreta sobre la identidad de estas personas, quiénes fueron, cuántos fueron, ni siquiera si verdaderamente existieron.

En aquella época existía la tendencia en el periodismo polaco a cambiar ciertos detalles o incluso a crear un personaje ficticio compuesto de varias personas reales para no comprometer a las fuentes o para expresar ¨una verdad más alta¨ .

Como biógrafo de «Kapu» el autor se propuso reconstruir la vida de una figura que para muchos se ha considerado un mito del periodismo. Quiso mostrar cómo Kapuściński no siempre respetó las divisiones de género entre periodismo y literatura ni tampoco llevó una vida de héroe, como sostienen muchas personas. En la obra se narran las circunstancias en las que el periodista afrontó la guerra y ocupación nazi junto a su familia desde una muy temprana edad desarrollando en él una fuerte ligazón con personas y naciones que han padecido similares desventajas socio-políticas. Domoslawski recuerda cuando en una de sus conversaciones con «Kapu» hablaron sobre la masacre de Tlatelolco en la Ciudad de México y el periodista le mencionó que había sido testigo presencial de la misma. Sin embargo, años después, mientras preparaba la investigación para su biografía, el autor descubrió que Kapuściński había llegado a México un mes después del evento.

Yo creo que en estos casos sucede un fenómeno de identificación sicológica. Es muy fácil, como ser humano, identificarse con el ambiente de un país en un momento de tensión o de tragedia. Después de un tiempo uno puede creer en la fabulación de uno mismo .

No hay duda alguna de que Kapuściński se identificaba completamente con los infortunados. Sentía un lazo emocional con los otros. En numerosas ocasiones expresó que el tema de su vida eran los pobres y que su misión como periodista era dar voz a estas personas que no la tenían. Sin embargo, las acusaciones de Domoslawski provocan un sentimiento de duda en torno a la relación que mantenía el periodista con sus informantes y el valor de su obra en general. En otra nota el autor acusa a Kapuściński de haber fabulado otros asuntos como por ejemplo el haber conocido a Ché Guevara. Los lectores de la obra kapuścińskiana saben que el periodista solía asociarse de primera mano con las personas sobre las que escribía. Llegó a conocer personalmente a grandes líderes como Idi Amín, Salvador Allende, o Patrice Lumumba, entre otros. Sin embargo, su relación con el Ché es un asunto que se ve cuestionado. Según Domoslawski, no se ha encontrado ninguna evidencia que estipule que «Kapu» haya conocido al Ché, aunque él tenía "una manera de no desmentir ese mito ". Una de las editoriales que interpretó su obra publicó en portada que Kapuściński había estado junto al Ché. Según Domoslawski éste nunca lo negó. Lo cierto es que el autor de Ébano recorrió el camino del Ché meses después de su muerte y tradujo su diario al polaco. Otra de las grandes acusaciones que aparecen en las páginas de Kapuściński Non-Fiction contra el periodista es su supuesto rol como espía para la policía secreta soviética y su participación dentro del Partido Comunista del país. "Era un true believer del sistema, un joven militante estalinista, poeta del estilo socialista-realista y reportero propagandista. La mayor parte de su vida Kapuściński fue miembro del Partido: era un periodista oficial" .

En las páginas de la biografía el autor explica la complicidad de Kapuściński dentro de la red del partido comunista y revela que él en varias ocasiones fue testigo de las colaboraciones que enviaba desde América Latina a la Inteligencia Polaca. Sin embargo, Domoslawski expresa que aunque el periodista colaboraba con la Inteligencia que era un organismo que existía fuera de Polonia, "no hizo daño a nadie, no denunció a nadie, ni lastimó a ninguna persona" . Dijo además que sus colaboraciones no eran significativas, sino más bien se trataban de análisis políticos de las situaciones en los países del Tercer Mundo donde trabajaba.
Cuando Alicja Kapuściński, la viuda del periodista, fue interrogada sobre el rol específico de su esposo en la policía secreta polaca, ella aseguró que Kapuściński no había sido espía, sin embargo, para poder viajar fuera del territorio soviético en aquella época era obligatorio firmar un acuerdo colaborativo con esta organización secreta. Sostiene que fue el precio que tuvo que pagar su marido para recorrer todos esos destinos y narrar sobre la vida al otro lado del mundo. De no haber firmado ese documento de cooperación con el régimen, el legado de Kapuściński posiblemente no habría existido.

A raíz de esta controversia, Alicja se ha visto implicada en una trifulca legal en contra del autor de Kapuściński Non-Fiction cuando solicitó al tribunal civil de Varsovia que se detuviera la difusión del libro de Domoslawski. Según ella, la biografía denigra e infama la imagen de quien muchos consideran el mejor cronista del siglo XX. La corte denegó esta petición y Alicja, quien inicialmente le había permitido al biógrafo a acceder a los apuntes y archivos más íntimos de su esposo, ha apelado a la corte suprema. El biógrafo se mostró sorprendido ante la reacción de la esposa del autor de El Emperador y cree que pudo deberse específicamente a los pasajes de su libro que hacen mención a su posible colaboración con la Inteligencia polaca. Domoslawski señaló a la prensa que basó esta acusación en documentos que consiguió del Instituto Polaco para la Memoria Nacional, una entidad que se ocupa de almacenar archivos sobre los delitos cometidos en el país durante las invasiones nazis y soviética.

Lo curioso de esta polémica es que ambos periodistas comparten grandes similitudes. Primero habían trabajado como corresponsales en América Latina y sentían gran amor por el continente, y segundo, compartían una visión del mundo tomada desde la perspectiva de los habitantes en países en vías de desarrollo. Además, según el biógrafo, eran "amigos", algo que resulta extraño y difícil de comprender dado el tono entre calumnioso y difamatorio que se evidencia en su libro. Los ataques de Domoslawski en contra de Kapuściński son severos. Lo acusa, entre otras cosas, de poseer una sonrisa de doble filo que le "permitía acceder a alguna información" .
La publicación del primer libro de Domoslawski que cuenta con más de 500 páginas, figura como la cuarta biografía escrita sobre Ryszard Kapuściński, sin embargo, la única que ha generado semejante ola de controversia en torno a la reputación del cronista. Por mantener una relación estrecha como discípulo del periodista, el autor de la obra se halla entre una de las pocas personas que obtuvieron acceso directo a las notas personales y a la biblioteca de Kapuściński. Consideraba al cronista como su mentor y maestro y por esta razón decidió, después de su muerte, emprender la tarea de redactar su biografía, aunque nunca antes había discutido la idea con Kapuściński. Según él, en el momento de escribir, se topó con un dilema moral y se preguntó las siguientes interrogantes: ¿Voy a revelar todo lo que descubra como reportero de investigación o escribiré las cosas favorables a Kapu, escondiendo las desfavorables?

La publicación de Kapuściński Non-Fiction no sólo revela muchos supuestos tabúes sobre la vida del fenecido periodista, sino también pone en juego su credibilidad y ética periodística. No hay duda de que el periodismo de ¨Kapu¨ fusiona elementos literarios que pertenecen a otros géneros como lo son el realismo mágico o la poesía, sin embargo, es conveniente evaluar si estas acusaciones están basadas en verdaderas razones de peso. No es la primera vez que surgen críticas fuertes hacia el "cronista de los conflictos que nadie describía" y posiblemente tampoco será la última. Lo que no cabe duda es que para muchos «Kapu» figura entre los mejores periodistas del mundo moderno, su metodología de observación participante y su trayectoria profesional lo han convertido en pionero del periodismo in situ. Kapuściński fue capaz de convertir la humilde labor del reporterismo en un verdadero arte. Experimentó con un nuevo tipo de periodismo que no se limitaba a meros datos y fechas, sino a fusionar elementos de la literatura para enriquecer historias ya de por sí significativas en la desarrollo de la historia del siglo XX.

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