Al unísono

  Los monjes mecen sus torsos repetidamente de alfrente hacia atrás en señal de que están memorizando mantras. La mayoría son jovencitos que han optado por dedicar sus vidas durante algunos años al estudio del budismo. Algunos se encuentran dentro del templo vestidos en largas batas color vino y sentados con piernas cruzadas, leyendo libros. Otros estudian profundamente. Repiten cada verso escrito a mano en sus cuadernos en un tono tan monótono que hace vibrar el monasterio como un enorme zumbador. En un salón pequeño en el ala posterior del templo otro grupo de monjes toca música a puerta cerrada. Retumban platos, hacen movimientos circulares sobre instrumentos metálicos y el escándalo que producen le da un toque cacofónico al zumbido que se siente en el resto del espacio. Al unísono cantan, producen sonidos, estudian, embotellan conocimiento, historia y mito. Entran en un leve trance y como visitante, es también difícil no dejarse llevar por la energía. 
Largos y delgados cojines color malva trazan diagonales a lo largo del interior del templo.  Sobre ellos, monjes, visitantes y huéspedes descansan sus mojados cuerpos a causa del monzón. Aquí es fácil cerrar los ojos y alcanzar un cierto grado de meditación. Desde luego, por el momento prefiero dejarlos abiertos para continuar observando. Solo existen colores brillantes en este mundo. El techo, adornado con banderas rojas y pinturas tibetanas, tiene un borde trazado en oro. El Buda, también en oro, vigila desde una ventanilla de cristal al fondo de todo, acompañado de otras deidades y fotos de los descendientes del Dalai Lama. Además del interior, la fachada del edificio arropada en verdor y campos, te aproxima a otro mundo. Un retiro mágico, espiritual, lejos de todo. Al unísono.
Me encuentro en el templo de la Gyuto Tantric University en una localidad cerca de Dharamsala, en el extremo norte de la India, cerca de Tibet. Este lugar tan místico se fundó en el año 1993 y el día exacto concuerda con la luna llena del calendario lunar tibetano. Aquí jóvenes tibetanos, la mayoría refugiados, vienen a estudiar budismo, meditación y otras prácticas metafísicas provenientes de su tierra. Aprendí en el curso de yoga que hago, que tántrico, a diferencia de la connotación sexual que se le suele agregar, significa otra cosa muy diferente. Tántrico se refiere a la acción de ahorrar energía. Según esta creencia, se considera que toda energía puede ser utilizada para propósitos espirituales y, que por lo tanto, debemos ahorrar impulsos de hacer lo contrario. La clave del budismo tibetano es la moderación y el auto-control. Estas dos vías permiten aproximarse al auto-estudio, la meditación y la austeridad. Además, se cree que todos las personas tienen la capacidad de alcanzar un grado de iluminación, así como el Buda. 
Mientras tanto decido que ahora sí quiero cerrar los ojos. Me siento sobre un cojín, también con piernas cruzadas y me enfoco en los sonidos que escucho a mi alrededor. Campanas, platos y metales que se chocan entre sí. El zumbido de los mantras. La lluvia que cae afuera. Todo un trance. Al unísono. 

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