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Todo es bello menos los mosquitos




Todo es bello… menos los mosquitos.

Así es. Hace un par de semanas me mudé a Arecibo. Es la primera vez que vivo en la isla fuera de San Juan. En realidad la palabra mudé debería de ponerla entre comillas, porque paso allá solo la mitad de la semana. El resto de los días regreso a San Juan. Y bueno, todo esto se produce porque afortunadamente conseguí lo que posiblemente hasta ahora sea el trabajo de mis sueños. En mi campo, con compañeros muy amenos y en un entorno nuevo, fresco. Me encanta. Como si fuera poco también encontré una casita súper bonita donde me he mudado para no tener que viajar a diario. Y bueno, todo de repente ha caído en su sitio de una manera muy placentera y perfecta. La vida me sonríe.


El único problema que tengo son los mosquitos. Suena estúpido e insignificante, pero es cosa seria. Y en Arecibo hay MUCHOS. Esos bichitos que ahora transportan en sus minúsculos cuerpos el famoso virus de la Chikungunya. Una palabra que al principio se hacía imposible pronunciar, mucho más escribir, pero que ha ido convirtiéndose en uno de los más populares trending topics boricuas.


-“¿Te dio?”

-“Es horrible, nena. Te dan unos dolores en las articulaciones que matan. Se te hinchan las manos, los pies. A mí me dio hasta artritis. Y lo peor de todo es que los síntomas pueden durar hasta un año”.


Así cuentan las víctimas de esta epidemia que está arrasando con Puerto Rico. Imagínate si la situación se ha tornado seria que hoy los titulares ponían: Chikungunya se apodera de una urbanización en Bayamón, Más casos se reportan en Barrio Obrero, La nueva epidemia se propaga. Prácticamente todo el mundo que conozco ha contraído el virus. Está por toda la isla, regándose como la lava de un volcán en erupción. Tengo una amiga que dice que a la larga, nos infectará a todos. Hoy el ex-Secretario de Salud confirmó este pronóstico. Parece una película de ciencia ficción, mas no lo es.


Para evitar una casi-mortal picadura de Chikungunya he equipado mi casa nueva con todos los remedios posibles. Orgánicos y químicos. De todo. Me he empapado de artículos sobre qué remedios anti-mosquitos son los más efectivos, cómo combatir los dolores si es que te da... Hasta compré una lámpara eléctrica de esas que brillan una luz azul que los atrae y luego los fríe y apestan. Por desgracia nunca prendió. Mientras consigo otra, he encendido una cobra en la entrada. Uno de esos repelentes en forma de caracol que generan un humo fuerte que aleja los bichos.Encima de todo tengo dos ventiladores que me abanican perpetuamente. Parezco neurótica.

En otra esquina cerca de la ventana coloqué dos inciensos de eucalipto encendidos. Por lo menos el olor es agradable y hasta ahora el humo ha logrado espantar los mosquitos entre ratos. Como si fuera poco, también me baño a diario en repelente Off hasta crear una barrera tan potente que solo los muy atrevidos se me acercan. Sin embargo, nada resulta efectivo y hay que seguir engrasándose la piel a cada rato para notar algún efecto. La primera noche que dormí aquí me picaron como treinta. Será porque estuve tanto tiempo viviendo fuera. Antes me ignoraban.


Como quiera, fuera de broma, el Chikungunya está acabando con el país. No hay remedio que funcione. Nos tiene a todos arropados en una histeria colectiva. Poco a poco nos irá contagiando a todos y no hay nada que podamos hacer. A los que no nos ha infectado aún le tenemos pánico a los voladores esos invisibles que te atrapan por debajo de la mesa y nunca los ves. Que te cogen los tobillos y los codos  y luego te pican desconsoladamente hasta por debajo del pantalón. Son unos malditos.


De momento todo es bello, menos los mosquitos.

Enganchados a la pantalla

(sanamente.com)

Hace poco más de un mes que padezco de una seria enfermedad llamada choque cultural inverso, o popularmente conocido en inglés como reverse culture shock. Para los que no sepan qué significa, se trata de un sentimiento raro de desplazamiento cuando uno regresa a su país de nacimiento después de haber vivido en el extranjero durante algún tiempo. Tal vez no serían tan agudos mis síntomas si me hubiese encontrado en Estados Unidos o Europa occidental- sin embargo, tres años viviendo en Breslavia, Polonia- una región prácticamente desconocida para los puertorriqueños- me han desintonizado de la realidad boricua.

¿A qué me refiero? Pues que en Polonia la gran mayoría de la población (incluyéndome a mí) no poseen un smartphone. En Polonia no hay fast-foods en cada esquina; como mucho- un par de McDonald´s. En Polonia no hay Hummers ni guaguas enormes. Mucho menos plasmas y ese tipo de lujos que para el puertorriqueño común y corriente son un given. 

Volvamos al tema de los móviles, las redes sociales y la conexión ininterrumpida al internet. En mis 32 años, obviamente por decisión propia, jamás he tenido un celular conectado al internet. Tengo un ipad, una cuenta en Facebook y como muchas otras personas de mi generación, paso algunas horas chateando y buscando información en las redes sociales. Sin embargo, cuando salgo de mi casa dejo atrás esa virtualidad. Simplemente no me hace falta. Mi mundo real me es más relevante a mi mundo virtual. Nunca he tenido dudas acerca de eso ni siento la necesidad de estar perpetuamente conectada. Hoy, sin embargo, entendí que para la mayoría de las personas- esta no es su realidad.

Hoy estuve en la playa de Ocean Park y la obsesión por los móviles me dejó boquiabierta. Como mencioné anteriormente, seguramente sea porque llevo fuera de esta longitud algunos años y para la mayoría de las personas de aquí sea algo normal. A mi derecha se encontraba una pareja de novios. Ella enganchada a la pantalla, él acostado en su silla de playa. En las tres horas que estuve a su lado, prácticamente no compartieron palabra. Tal vez se hayan aburrido de su compañía por otras razones, tal vez no- pero, ¿quién puede y quiere compartir con alguien que está más enfocado, más interesado en su vida virtual que en compartir la energía del azul del mar y de la brisa de salitre?

Me giré un poco y a mi izquierda, me topé con un trío de chicas. Dos de las tres, no podían sacar los ojos del celular. Con los dedos, subían y bajaban la pantalla, daban likes a fotos y comentaban en posts. En ese momento me pregunté, ¿cómo harán para ver las letras tan pequeñas con este sol tan radiante? Bloqueaban los rayos para concentrarse en la pantalla, se escondían de lado para ocultar la brillantez y poder adentrarse más aún en sus muros cibernéticos. La otra amiga, la única que no estaba enganchada, miraba a la distancia, al mar, aburrida y sola. Sus amigas más interesadas en actualizar su página de Facebook que en disfrutar un día de playa, ni cuenta se daban.

Reconozco la importancia de estar conectado al internet. Comprendo el poder de las redes sociales y me parecen un elemento importante en la construcción de la opinión pública, en la auto-expresión y el encuentro o reencuentro con nuestros conocidos. No obstante, vivimos en una preciosa isla del Caribe. Estamos rodeados de algunas de las vistas más bellas del mundo y no debemos ignorarlas ni tomarlas por sentadas. Asimismo, hay personas que aún valoran nuestra compañía y estar tecleando constantemente en su presencia, es una clara muestra de rechazo y desprecio hacia ellos.

No le demos la espalda a estos momentos, a estas vistas, a estas reuniones con seres importantes en nuestra vida, por estar enganchados a la pantalla... pues al contrario del mundo virtual, en el real, muchas veces no se repiten ni pueden accederse más tarde.

The Story behind Israel Vibrations

It all began during the 1950's when a great polio epidemic struck Jamaica. When he was a small child, Apple Gabriel and his mother would go to the river and while she did the laundry, he would play around. One day when he was three and a half years old, he remembers being sat on a rock alongside his mother with one foot resting in the water. “Take your foot out of the river!”, she said, while the young Apple observed a small frog at the bottom of the stream. The next morning his mother was unable to wake him up. When he finally managed to open his groggy eyes, Apple Gabriel's lower body was paralyzed. A couple of days later, one of his feet began to atrophy. At the hospital the doctor diagnosed him with polio. Shortly after, Apple was sent to Kingston's Mona Rehabilitation Clinic to be treated for the illness. Here, he became first acquainted with his future bandmates, Cecil "Skeleton" Spence and Lascelle "Wiss" Bulgin, who had also been afflicted with the disease.

The physical discomfort of his body, however, did not limit Apple. He began learning to play the piano and experimenting musically. Later on he was sent to Salvation Army Home, a boarding school led by nuns, which he remembers as a prison. The boys were frequently beat up and seldom allowed to walk around freely. One day Apple Gabriel planned an exit and managed to escape. He was finally freed from that bastille, only to find himself in a much darker situation. He ended up living on the streets for a while. Without a place to sleep or food to eat, he would clean car windows in exchange for small change. Other times he would beg on the streets. “I was like a solitary sheep in the desert. I would bathe in the docks, naked in front of others”, he remembers.

Apple's faith probably saved him from a life of further misery. One day he met a Rastafari called Baba Douse, who bought him his first pair of shoes and trousers and introduced him to this new faith. During the night, this man would sit with him under an almond tree and read the Bible. He would teach him about Haile Selassie and this spiritual ideology and recovered the young boy's desire to live once again. Rastafarianism also joined Apple's path to Spence's and the rest of the band, which later became known as Israel Vibrations.

The guys would hang out together, meditate, and improvise musically. Their sweet sounding voices and spiritually inclined lyrics began to attract crowds. This is probably where it all began. Now, many years later, the trio considers their union to be somewhat unworldly, for they were able to share their visions of the world, their faith, and musical talent to create a strong and timeless bond. As one of their songs says, "Get Up and Go", is practically their philosophy of life. A living lesson in fortitude, the vocal trio overcame adversity, a crippling and debilitating illness, and poverty to become one of the finest roots groups in Jamaica's history. More than fifty years later they continue to spellbind crowds all over the world with their resonating sound and spiritual lyrics. Although Apple Gabriel decided to go solo in 1997, the other two bandmates continue to tour the world.

Last night Israel Vibrations played a show at Anfiteatro Tito Puente in San Juan. Having been more than fifteen years since I had witnessed one of their concerts, I decided to buy a ticket and relive old memories of one of my favorite reggae bands. Once the group finally came up on stage a little after midnight, I couldn't help but feel touched by their mellow beats, smooth voices, and the gentle and funky swaying of their fragile bodies supported by crutches. Afflicted by an illness uncommon nowadays to most of the developed world, polio has proven to be not an impediment for this group, but more of a way of uniting and distinguishing this extremely talented and steadfast band and making their story quite unique from the rest.

SEQUíA


Estamos secos. Deshidratados. Desecados. Chupados. Enjutos. No queda ni pizca de agua. El río La Plata ya muestra cómo la tierra ha comenzado a abrirse. Las fotos que se publican en los medios, dan miedo. Un director de la Autoridad de Acueductos y Alcantarillados ha dicho hoy que si el nivel del embalse no aumenta pronto podría haber un racionamiento para los abonados de este río. Ha exhortado además a los ciudadanos a ser prudentes en su uso del agua. La cuenca debe llenarse pronto, sí o sí. Me contó una amiga que cuando abrió la pluma el otro día, lo que salía era lodo. Ayer en un viaje a Cayey, la cordillera- que suele siempre estar verdecita, frondosa y húmeda- parecía un desierto. Esto me hace recordar cuando era pequeña y con el paso del huracán Hugo en 1989, la gente hacía filas eternas para recoger agua de unos camiones. Cuenta el periódico que si este periodo seco que afecta a la isla en la actualidad se extiende, podríamos padecer de una peligrosa sequía.

La bruma del desierto de Sahara está que asfixia. Lavar los carros en esta época, no tiene sentido y se considera un acto imprudente e irresponsable. De noche, si el aire no está en 'high', no hay quien duerma. La vida de verano en el trópico está más pegajosa y sudorosa que nunca antes.

Sin embargo, esta sequía no afecta solo nuestro clima, sino todo nuestro entorno. Estamos secos por la falta de trabajo. Estériles ante la crisis económica. Extenuados ante la ola criminal. Evaporados por los tapones incesantes. Desecados por el cierre de las escuelas y la altísima tasa de éxodo que enfrentamos. Asimismo, por la falta de autonomía para corregir esta situación. Puerto Rico confronta un nivel anormalmente seco en todos los aspectos de la vida cotidiana. Mientras tanto en los residenciales públicos vemos unas enormes piscinas de plástico. Allí no hay sequía. Allí tampoco se reciben las cuentas millonarias de la AAA que nos llegan por correo a todos nosotros. Ante esta situación me pregunto:

¿Cuándo por fin lloverá?

El periódico mañanero


Me levanto hoy como todas las mañanas a leer las noticias de mi país. Antes del café, antes de todo, mi Ipad ya está sintonizado con la versión electrónica de El Nuevo Día, periódico principal de Puerto Rico. Muchas veces pienso que no es una buena manera de comenzar la mañana, pues rara es la vez que se encuentra alguna noticia positiva o inspiradora. Sin embargo, mi rutina no cambia, pues antes de ser periodista, soy ciudadana y considero una gran responsabilidad saber lo que ocurre en nuestro entorno, aún estando a miles de kilómetros de distancia.

Desde anoche la noticia que inundaba los medios era la del secuestro de un niño de un año a manos de su padrastro, en el pueblo de Vega Baja. Los detalles o motivos para cometer tan horroroso crimen aún se desconocen. Aparenta ser un acto de venganza y tortura hacia la madre de la criatura. Es una noticia que a pesar de ser igual de alarmante que los asesinatos, crímenes de odio, accidentes u otros sucesos que se producen en mi país, me provoca una sensación un poco diferente- de mayor repudio. Ya las víctimas de estos actos criminales no se reducen únicamente a narcotraficantes o delincuentes. Ahora hemos pasado a atacar a los más débiles: los niños.

Pronto cumplo tres años de mi estancia en Polonia, donde no ocurre ni una centésima parte de los actos homicidas y perversos que acontecen en mi isla. Aquí muy rara la vez se reportan asesinatos, balas perdidas o muertes por narcotráfico. Los crímenes se limitan a actos de vandalismo o algún borracho que se pone violento con otro. Justo ahora estoy cubriendo una unidad sobre crimen con mis alumnos y para no asustarlos, intento no proveer ejemplos de las atrocidades que ocurren en Puerto Rico. Ellos están muy ajenos a ese entorno. Ese mundillo que aunque gracias a Dios nunca me ha tocado muy de cerca, por ser puertorriqueña, lo conozco. He sentido miedo, he temido por la seguridad de mis seres queridos, he sido asaltada y amenazada con una cuchilla, he sabido tener que- en un sinnúmero de ocasiones- subir las ventanas de mi auto en los semáforos rojos por no saber si la sombra que tengo enfrente es capaz de hacerme daño. Asimismo, tengo amigos que han sido apuntados con armas de fuego, otros cuyos familiares han sido asesinados. También mi madre en alguna ocasión, mientras conducía, recibió impactos de bala en su carro, que agraciadamente no produjeron ningún detrimento aparte de lo estético.

No sé exactamente qué quiero decir con todo esto o incluso si tenga un objetivo fijo escribiendo esta entrada en mi blog. Me preocupa significativamente la situación de mi país. Mucha gente no entiende por qué vivo tan lejos y posiblemente esto tenga algo que ver con ello. Es deprimente abrir el diario y encontrar solo atrocidades que se cometen, y ahora incluso, ante los más débiles.

Algo tiene que cambiar. Ese bebé tiene que aparecer, pronto y sano. Y un mejor Puerto Rico, donde los niños puedan correr bicicletas en la calle libremente, las familias puedan disfrutar de espacios públicos al aire libre sin tener miedo y los jóvenes profesionales como yo y tantos otros, puedan conseguir buenos trabajos, compartir de cerca con sus familias y construir un futuro en PAZ, ARMONíA y BIENESTAR.

No es un sueño imposible, ¿verdad?

La leyenda de Cueva Ventana


Había una vez y dos son tres
Un dueño de una hacienda muy próspera
Se llamaba Don Julián Correa

Este señor era el padre de una
Muy guapa jovencita llamada Salomé
A quien le encantaba pasear a orillas del río

A la sombra de un antiguo úcar
Se reposaba y le sonreía a la vida
Hasta que su felicidad ya no tenía razón de ser

Su padre, muy en contra de la voluntad de su hija,
Quería casarla con el hijo de un rico hacendado
Se llamaba Don Ramón Rivera

Decidió entonces Salomé
Lanzarse al agua
Y de esa manera dar fin a su vida

Dentro de la corriente embravecida del río
Sintió que aún no era hora de su final y decidió Salomé
Encomendar su destino a los dioses

Unos cobrizos y musculosos brazos
De repente aparecieron desde lo alto por obra de magia
A rescatarla y reubicarla a la sombra del úcar

Cuando recuperó conciencia Salomé
Vio que su salvador era un noble taíno
Y de inmediato sintió un penetrante flechazo de cupido

Su nombre era Arauaca
De padre cacique y madre española
Y la tomó en sus brazos para llevarla de vuelta a la hacienda

A su llegada lo amenazaron de muerte
Don Julián le apuntó con su pistola
Salomé se interpuso entre los dos hombres

Intentó explicar que aquél taíno le había salvado la vida
Pero sus esfuerzos fueron en vano
Aunque Arauaca logró liberarse, no podría verla nunca más

Cada día Salomé regresaba al mismo río
Con la esperanza de encontrarse con su amor
Un día, bajo la sombra del úcar, reapareció

Le confesó que desde una sagrada cueva, ventana de su alma
La observaba siempre desde la distancia
Y la amaba en silencio

Esa tarde en que Salomé
Cayó al río y casi perece en la corriente
Arauaca la percibió desde lo lejos desde aquella cueva

En contra de la voluntad de su padre y los hacendados
Decidió Salomé irse a vivir con su guerrero
A aquél santuario divino y natural

Se juraron amor eterno
Y colorín colorado
Esta leyenda se ha acabado

(Interpretación personal de la leyenda taína "Salomé y el guerrero")

Cueva Ventana, Carr. 10 km. 75, Arecibo, PR



Notas desde un avión (Parte II)


En los aviones a menudo se producen situaciones y diálogos que inspiran a escribir. Tal vez por la cercanía en que uno se halla con otros seres humanos durante varias horas, o el hecho de que voy a bordo de un vuelo de San Juan a Chicago repleto de boricuas que cuentan sus historias sin tapujos. El "eavesdropping" (escuchar a escondidas) resulta ser un buen antídoto para el aburrimiento y desde hace un rato me estoy entreteniendo con la conversación de mis vecinas sentadas en la fila detrás. A raíz de sus historias me he acordado de que a pesar de ser una islita tan pequeña, existen docenas de tipos de puertorriqueños. El grupo de mayor índice poblacional habita fuera de la isla. Pertenecen a un complicado fenómeno de identidad que conlleva ser parte de la diáspora y, según estadísticas, constituyen alrededor de cinco millones de personas. La mujer que está sentada justo detrás de mí es una de ellas. Nació hace cincuenta años en la ciudad señorial de Ponce, pero desde hace cuarenta y cinco vive en Chicago. Habla un español chapuzeado y suele pronunciar dos o tres palabras en inglés en cada frase. Los años en el exilio la han desconectado de su tierra y le cuesta recordar vocabulario en su lengua materna. Su vecina, sentada en el asiento de en medio, le cuenta que también es ponceña, aunque aún reside en la ciudad, y conversan sobre los principales lugares de interés de la misma.

-"Yo estuve por la playa esa de Ponce, la Concha", dice la primera.
-"La Guancha, la Guancha", la corrige la segunda.
-"¿Y estuviste en el Museo de Arte?", pregunta ingenuamente la segunda.
- "No, no. No tuve tiempo para eso", responde la primera. "Pero comí muchos tostones de la cosa esa verde grande. ¿Cómo es que se llama?", le pregunta.
 "Debe ser pana", responde.

Reflexiono sobre este tema y siento pena porque sé que el grupo de la diáspora que emigró hace veinte años o más (y en ocasiones incluso mucho menos) conocen muy poco acerca de su cultura, sus raíces. Conforman un extraño híbrido. ¿Quiénes son realmente? ¿Qué identidad poseen? En Estados Unidos son
"pororicans", "latinos", o "hispanic". Pero a nosotros los boricuas que hemos vivido la mayoría de nuestras vidas en la isla, no se nos parecen en nada y no nos identificamos con ellos. No son ni de aquí de allá. Llevan otro estilo, hablan con un acento raro, poseen una actitud expatriada y la mayoría está desconectada de los temas que afectan la isla.

Cuando leo el periódico y aumentan cada vez más las cifras de personas que al igual que yo también han tenido que emigrar de la isla por x ó y razón, me pregunto si llegará un momento en que ya no existan boricuas defensores de su cultura e identidad. Posiblemente estarán todos ocupados metamorfosiándose y evolucionando en otras formas...

Una mirada al mundo